Podría haber sido peor. Esta es la lección que la principal formación de los Países Bajos, el Partido por la Libertad y la Democracia(VVD) del primer ministro Mark Rutte, parece haber sacado de las elecciones de este miércoles. La inaudita presión mediática que ha vivido el país tras la victoria del 'brexit' y de Donald Trump al otro lado del Atlántico ha hecho que el líder liberal-conservador haya celebrado como una victoria lo que también es un duro revés para su partido. Tras casi siete años en en Gobierno y tres victorias electorales, Rutte pierde ocho escaños pero aún así ha conseguido mantenerse a flote como principal referencia política holandesa y esquivar el auge de una ultraderecha que crece menos de lo pronosticado.

Durante más de medio año, el líder islamófobo Geert Wilders encabezó las encuestas. Pero, como es habitual en la política holandesa, los números de la formación islamófoba se disparan estando en la oposición y se deshinchan cuando se acercan los comicios. Wilders, consciente de que las portadas de todo el mundo menosprecian sus resultados, ha querido sacar pecho. “Fuimos la tercera fuerza del país. Hoy somos la segunda y a la próxima seremos los primeros”, ha remarcado.

A pesar de que ha sido menos abultado de lo esperado, el resultado final de un PVV que avanza a la segunda posición confirma que el movimiento xenófobo y antiestablishment aún está muy arraigado en los Países Bajos. “Parece que Wilders haya perdido pero eso no es cierto. Ha ganado el Estado de derecho pero Holanda gira a la derecha. La izquierda ha perdido muchos votos”, asegura Meindert Fennema, profesor emérito de teoría política de la Universidad de Amsterdam y exlíder regional de Los Verdes. Más allá de sus salidas de tono, Wilders ha sabido convencer a parte del electorado con un discurso que apela directamente al miedo de los neerlandeses de perder sus oportunidades de trabajo, su bienestar y sus tradiciones a causa de la inmigración musulmana y la crisis económica gestionada por las élites.

MÁS DE UN MILLÓN DE VOTOS ISLAMÓFOBOS

Uno de los principales errores de esta campaña ha sido enfocar a Wilders y al PVV comparándolos con Donald Trump o Marine Le Pen, fenómenos políticos mucho más grandes y potentes enmarcados en sistemas políticos que quedan lejos de la fragmentación neerlandesa. El caso holandés es único. Más allá de unas primeras impresiones que parecen obviar su fuerza, Wilders ha conseguido captar el voto de más de un millón de personas con propuestas que incluyen prohibir el velo, cerrar las mezquitas y con salidas de tono en las que ha calificado a los marroquíes de “escoria” y al Corán de ser peor que el Mein Kampf, la Biblia nazi de Adolf Hitler.

En los Países Bajos aún hay muchos ciudadanos que miran a los musulmanes y a Bruselas con recelos, por eso el papel del PVV seguirá siendo trascendental. Con menos escaños, el líder populista ya consiguió girar la política neerlandesa hacia la derecha y marcar la agenda de los partidos centristas, forzando a Rutte a adoptar en estas últimas semanas un tono mucho más duro contra los inmigrantes. Su ligero refuerzo electoral no modificará la estrategia populista y nada hace pensar que el nuevo ejecutivo modifique las restricciones migratorias con la comunidad turca y marroquí, cada vez más presentes en el país. La aguda crisis diplomática con Turquía, que a terminado beneficiando electoralmente a Rutte, también le puede permitir a Wilders imponer su discurso.

MÁS EUROPA

A pesar de que Wilders llamó la atención mediática mundial al asegurar que si se convertía en primer ministro impulsaría un referéndum para abandonar el “monstruo” de Bruselas, lo que se apodó Nexit, los resultados son claramente favorables a la Unión Europea (UE). De esta manera, las fuerzas críticas solo suman un 15% mientras que han avanzado formaciones más cercanas o reformistas del proyecto comunitario. “Me satisface que la alta participación haya significado un resultado tan proeuropeísta”, ha celebrado la canciller alemana Angela Merkel.

La fragmentación política neerlandesa, que con hasta 13 partidos es única en Europa, dificultará aún más la formación de gobierno. Rutte deberá encabezar unas complejas negociaciones con los otros partos para reunir los 76 escaños necesarios para obtener una mayoría que permita gobernar sin sobresaltos. Todos los grandes partidos se han opuesto a hablar con Wilders, a quien incluso han llegado a tachar de “antidemocrático”. Aunque los resultados apuntan a que una coalición a cuatro bandas entre liberales y cristianodemócratas sería posible, los líderes políticos se han mostrado cautos y estudiarán cualquier opción. Las negociaciones pueden durar meses e incluso fracasar.