“La prensa las llama 'Las locas de Plaza de Mayo'. Este calificativo dice bastante sobre la descomposición moral del país. En efecto, hay que estar loco -loco de dolor- para enfrentarse a los militares, hay que estar loco para pedir razón a un Gobierno que te persigue sin descanso”. Con estas líneas, un periodista de 'Le Monde' daba cuenta, en un reportaje publicado el 19 de octubre de 1977, de una de las anomalías más desgarradoras de aquella Argentina: un grupo de mujeres que se reconocían entre sí por llevar un pañuelo blanco sobre sus cabezas daban vueltas alrededor de la pirámide que se levanta frente a sede presidencial.

En ese lento trajinar, mientras los ojos filosos de los policías vigilaban sus movimientos, ante la indiferencia general de los que atravesaban la plaza, esas madres pedían por sus hijos desaparecidos. La primera ronda de las Madres de la Plaza de Mayo se hizo un 30 de abril como hoy, pero de hace 40 años. Los principales ejecutores del “plan sistemático” de desapariciones, como los definió la justicia, fueron condenados años después. Cuatro décadas más tarde, las Madres, ya ancianas, muchas nonagenarias, todavía siguen girando alrededor del monolito.

LA PRIMERA LIDERESA, ASESINADA

Las primeras 14 solo se propusieron pedirle una audiencia al dictador Jorge Videla. Aquel sábado 30 de abril de 1977, cansadas de esperar que las atendiera la vicaría castrense en la Catedral, a pocos metros del palacio de Gobierno, Azucena Villaflor sugirió cruzar la calle y hacerse visibles en la plaza. “Cuando vea que somos muchas, tendrá que recibirnos”. Nadie las atendió, y decidieron repetir el gesto. Primero, los viernes, luego, todos los jueves, a las 15.30 horas. Villaflor fue secuestrada a fin de año y asesinada. De ese inesperado vacío, Hebe de Bonafini emergió como la líder natural.

Las rondas de los jueves empezaron a ser registradas por la prensa internacional, especialmente durante el Mundial de fútbol de 1978. Las Madres, junto con otros organismos defensores de los derechos humanos, entre ellos las Abuelas de la Playa de Mayo, se convirtieron en los hechos en los principales acusadores del régimen. Levantaron la voz y pusieron el cuerpo cuando la gran mayoría de los partidos políticos y la Iglesia callaron. Las Madres se distinguieron por una vehemencia especial, que las llevó a realizar la primera Marcha de la Resistencia a los militares en 1981, bajo una consigna utópica: “aparición con vida” de todos los secuestrados. Ni siquiera durante la Guerra de las Malvinas, en 1982, cesaron de marchar (“Las islas son argentinas, los desaparecidos también”, dijeron).

RECHAZO A MACRI

Llegó la democracia y solo ellas pudieron exhibir intachables blasones de luchadoras. Pidieron por sus hijos, lucharon contra la impunidad, impulsaron la reapertura de los juicios contra los represores. Las Madres mantuvieron su intransigencia y desconfianza ante los políticos. Tanto, que en los años noventa se dividieron. La visceral De Bonafini, de un lado. Las que siguieron a Nora Cortiñas pasaron a llamarse Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora).

El primer sector se identificó claramente con el kirchnerismo por su política de derechos humanos. Unas y otras coinciden en unfuribundo rechazo al actual Gobierno de Mauricio Macri,que las considera revanchistas, “políticas”, “odiosas” (calificativo que reactualiza el de “locas”), y en la defensa a rajatabla de las identidades políticas de sus hijos, aún de aquellos que optaron en los años setenta por las armas. El 40 aniversario encontrará a cada grupo en la Plaza. Para celebrarlo, se construirá un gigantesco muro con los rostros de los miles de desaparecidos. Será la marcha 2038.