Manchester no durmió. A las siete de la mañana los helicópteros aún estaban sobrevolando el centro de la ciudad. La policía había acordonado no solamente el recinto del Manchester Arena, donde perdieron la vida 22 personas y otras 59 resultaron heridas, sino las calles colindantes. Las ediciones especiales de los tabloides británicos utilizaban las palabras masacre y carnicería para describir un atentado que tenía en su punto de mira a los más jóvenes, a adolescentes y niños que habían acudido a ver a su estrella favorita, Ariana Grande. Resultaba imposible acercarse a la catedral, donde los artificieros habían realizado una segunda explosión controlada, ni a la estación de tren de Victoria. Los parkings exteriores de la zona, habitualmente atiborrados a esa hora, estaban semivacíos. Imperaba el silencio.

El Estado Islámico reivindicó el atentado. La policía de Manchester confirmó a mediodía la detención de un hombre de 23 años de edad, en el sur de la ciudad, relacionado con el ataque. El agente al mando Ian Hopkins anunció que el incidente había recibido el trato de un ‘ataque terrorista’ y que el autor del atentado había muerto en el Arena. La principal teoría es que autor habría detonado un explosivo causando su propia muerte y el de las personas de su alrededor.

En una evacuación caótica del recinto, unos cincuenta niños fueron acomodados en el hotel Holiday Inn, donde más tarde pudieron reagruparse con sus familiares. Sin la identidad de la mayoría de fallecidos por confirmar, aún existen más de una decena de desparecidos y casos sin resolver. Las escenas fueron especialmente dramáticas porque la explosión tuvo lugar en la zona de taquillas del estadio, donde los padres esperaban a sus hijos a la salida del concierto.

La ciudad siguió nerviosa. Anulados diversos transportes públicos, aún con la incertidumbre del incidente, sus calles presentaban un aspecto inusual. Muy pocas personas caminaban en silencio por las habitualmente ruidosas calles de Deansgate y Market Street, extrañamente vacías a primera hora. Hasta las diez de la mañana no volvió cierta normalidad y se formaron colas de gente que caminaba hacia el centro dirigiéndose a su lugar de trabajo.

"NOS QUERÍAMOS IR A TODA COSTA"

Algunos de los asistentes al concierto de Ariana Grande hicieron noche en los hoteles más cercanos al estadio. La mayoría jóvenes y menores de edad acompañados por sus padres. Sus testimonios ayudan a recrear el suceso. Joseph Harrys, de 17 años, fue al concierto con su mejor amiga. Sus padres estaban de celebración y fueron a un restaurante cercano y ellos fueron solos al concierto: “Acabó la última canción. Ariana estuvo espectacular. Entonces se apagaron las luces y se volvieron a encender. Oíamos una explosión. Era fuera. Nos queríamos ir a toda costa”.

Existe aún diversidad de opiniones sobre si se escucharon una o dos explosiones, aunque la versión oficial mantiene que se trató únicamente de una. “Pensábamos que había explotado un globo”, explicaba Amy, de 13 años, vestida con la camiseta de la cantante. “Después no sabíamos hacia donde estábamos corriendo. Suerte de la gente que nos dio indicaciones”, añadió. Amy iba acompañada de Hazel, mayor que ella: “Que en un momento como el que vivimos, dónde la gente es extremadamente egoísta… Ver la reacción solidaria y a gente abriendo las puertas de sus casas fue muy especial”.

En el parque de Chapel Street, desde donde puede apreciarse una de las esquinas del Manchester Arena, Holy, madre de 43 años, atiende a diversos medios de comunicación sin despegarse de su hija de 10. “A mi me parecieron dos disparos. Seguidos. Bang, bang. Por eso pensé que alguien había disparado. Si ahora me vuelven a meter ahí dentro, no te sé decir por dónde salimos”. Era el primer concierto al que asistía su hija: “Es su artista preferida. Cuando algo acaba de este modo, me planteo si ella querrá volver a un concierto o no. Parece una película mala. Una película que ha acabado fatal. No parece real”. Su hija, conmocionada, apenas articuló palabra.

"CONTRA NIÑOS ES AÚN MÁS HORROROSO"

Helen y Ann, de 20 años, aseguran que ellas eran de las mayores: “Había muchísima gente joven”. Joseph reflexiona sobre el objetivo del atentado: “Siento que es injusto. Hubiese sido igual de horrible con adultos, pero contra niños es aún más horroroso”.

Durante algunos minutos volvió el pánico a Manchester cuando fue desalojado el principal centro comercial de la ciudad: el Arndale. Una persona no relacionada con el atentado del Manchester Arena fue detenida. Al cabo de unos minutos la regresó la normalidad en las tiendas.

El recientemente escogido alcalde la ciudad, el laborista Andy Burham, convocó a la población a las 18.00 en la plaza del ayuntamiento de Albert Square para velar a las víctimas. La primera ministra Theresa May emitió el siguiente comunicado: “No hay dudas de que ha sido un ataque terrorista. Uno de los peores que ha sufrido el Reino Unido. No es la primera vez que Manchester padece de esta manera, pero sí la peor que ha sufrido el norte de Inglaterra”. La policía sigue trabajando para elaborar la fotografía completa del atentado.