La cancillera alemana, Angela Merkel, y el líder socialdemócrata, Martin Schulz, han iniciado el domingo con "optimismo" y actitud "constructiva" una semana de reuniones clave para la reedición de una gran coalición que acabaría con la parálisis política tres meses y medio después de las elecciones.

Tras el fracaso de las negociaciones con liberales y verdes, Merkel rechaza un Ejecutivo en minoría y su única alternativa para evitar la repetición de los comicios es una nueva alianza con el Partido Socialdemócrata (SPD), con el que ha gobernado ocho de los doce años que lleva en el poder.

La presión aumenta sobre ella y también sobre Schulz, expresidente del Parlamento Europeo (PE), quien descartó la gran coalición a la vista de los pésimos resultados electorales y después se vio forzado a dialogar.

"Creo que podemos lograrlo", ha afirmado la cancillera antes de comenzar la primera jornada de reuniones formales de "sondeo". El objetivo de la Unión Cristianodemócrata (CDU), insistió, es constituir un gobierno "estable" que cohesione Alemania ante los "inmensos" retos, tanto internos como externos, que esperan al país. Merkel se ha mostrado "optimista", aunque reconoció la difícil tarea que les espera.

Desde la derecha le presionan sus socios bávaros de la Unión Socialcristiana (CSU), que reivindican el endurecimiento de la política de asilo e inmigración, y por la izquierda Schulz, que debe someter al voto de los militantes socialdemócratas cualquier acuerdo que alcance con el bloque conservador.

Sin líneas rojas

El expresidente del Parlamento Europeo, que aterrizó el pasado año en la política nacional como la esperanza del SPD para vencer a Merkel y que arrastró al partido a los peores resultados de su historia, aseguró este domingo que dialogará con actitud "constructiva y abierta". "No trazamos ninguna línea roja, pero queremos a ser posible muchas políticas rojas", señaló en referencia al color de los socialdemócratas.

Con diversos sectores del SPD opuestos a una nueva gran coalición, Schulz ha hecho hincapié en que "un nuevo tiempo necesita una nueva política" y ha destacado áreas centrales de trabajo, como la educación, la inversión en vivienda e infraestructuras o la atención a la dependencia.

"Debemos ponernos de acuerdo", ha manifestado por su parte el líder conservador bávaro, Horst Seehofer, que ha garantizado que acude a las reuniones con"el mejor de los espíritus".

El futuro político, en juego

Merkel, Schulz y Seehofer han acordado evitar las declaraciones públicas para no entorpecer las conversaciones, mientras destacados analistas políticos advierten desde editoriales y columnas de opinión de que esta semana los tres se juegan su futuro político.

La cancillera, que ganó las elecciones pero con el segundo peor resultado para la CDU desde 1949 y vio entrar un partido ultraderechista en el Parlamento, pierde popularidad, y Schulz necesita avances claros para justificar una alianza que rechazó con contundencia durante semanas.

Seehofer, que dejará este trimestre el cargo de primer ministro bávaro, podría ocupar un ministerio en el futuro Gobierno de Berlín, pero se ve obligado a defender sin fisuras los conservadores postulados de su partido, que no quiere perder la mayoría absoluta en las elecciones regionales que se celebrarán en otoño en Baviera.

Divididos en grupos de trabajo para analizar las distintas áreas de gestión, desde la política fiscal a inmigración, uno de los puntos más conflictivos, los 39 miembros de los equipos negociadores se reunirán hasta el jueves y el viernes los partidos analizarán si hay base suficiente para reeditar la gran coalición.

Antes de pasar a la siguiente fase de negociaciones, ya sobre un programa de Gobierno concreto, el SPD celebrará un congreso extraordinario el próximo 21 de enero. Después llegará el voto de los afiliados, con lo que el proceso podría prolongarse hasta Semana Santa.