Como en muchas decisiones en su gabinete, Donald Trump ha hecho en su selección para el Tribunal Supremo un guiño alestablishment, esta vez el judicial. Neil Gorsuch, su nominado para el Alto Tribunal, era uno de los favoritos de los sectores legales conservadores y con él vuelve al Supremo la línea“originalista”, que aboga por interpretar la Constitución como fue escrita.

Ese “originalismo” era una de las señas de identidad de Antonin Scalia, el juez cuya vacante debe llenar Gorsuch y de quien se le considera digno heredero. Y aunque según quienes le conocen el elegido de Trump podría estar más interesado que su predecesor en la persuasión, sus credenciales conservadoras son contundentes.

Gorsuch, que tiene 49 años y será el más joven juez en llegar al puesto vitalicio en el Supremo en 25 años, posee un brillante currículo de pedigrí. Nacido y criado en Colorado, su madre fue la primera mujer que estuvo al frente de la Agencia de Protección Ambiental, durante la Administración de Ronald Reagan. Ha pasado por las universidades de Columbia y Harvard (donde fue a la misma clase que Barack Obama) y tiene un doctorado en Oxford. Y antes de queen 2006 George Bush lo eligiera para un tribunal federal, pasó una década en un destacado bufete privado y dos años en elDepartamento de Justicia, además de servir como asistente para jueces federales y para dos magistrados del Supremo, incluyendo Anthony Kennedy, con el que se sentará una vez confirmado.

LIBERTAD RELIGIOSA CONTRA ANTICONCEPTIVOS

A Gorsuch se le conoce por opiniones judiciales bien escritas y comedidas que son normalmente conservadoras, aunque no siempre. Y aunque hay pocas decisiones en su historial que ayuden a clarificar sus potenciales decisiones en temas como el control de armas o los derechos de los homosexuales, sí hay otras que permiten entender las razones por las que es favorito de muchos conservadores. Es autor de un libro sobre eutanasia en el que habla de todos los seres humanos como “intrínsecamente valiosos” y condena “quitar la vida humana por parte de personas privadas de manera intencionada”. Y en un caso sobre libertad religiosa, por ejemplo, Gorsuch se inclinó por reconocer los derechos de una empresa que se negó a incluir en la cobertura médicade sus empleadas los anticonceptivos.

Algunos de los más fieros opositores al derecho al aborto, no obstante, han cuestionado que sea lo suficientemente “pro vida”. Se basan en una decisión que tomó en la que recordó que debía seguir precedentes jurídicos, algo que les hace temer que no sea tendente a tocar Roe vs. Wade, la decisión del Supremo que legalizó el aborto en 1973.

En la selección de Gorsuch parece haber tenido peso también su pasada relación laboral con el juez Kennedy, el magistrado que en el tribunal con nueve jueces tiene una línea menos definida y que a veces inclina la balanza del lado conservador y otras del progresista.Kennedy cumplirá 81 años en julio y según diversas informaciones puede estar meditando su jubilación. Al seleccionar a un magistrado que conoce y que no es radical, Trump podría estar enviándole una señal tranquilizadora de que no pretende radicalizar la corte. El presidente también podría estar apostando porque Gorsuch contribuya más a que Kennedy se incline del lado conservador.

RETOS PARA LA CONFIRMACIÓN

Aunque cuando Bush le nominó en 2006 Gorsuch recibió el respaldo unánime del Congreso, esta vez su confirmación no se aventura tan fluida, aunque se da por segura. Muchos demócratas estánrabiosos con los republicanos por no haber permitido que ni siquiera llegara a comparecer ante el Senado Merrick Garland, el juez que Obama nominó para sustituir a Scalia en el Supremo y algunos hablan incluso de un asiento en el Tribunal "robado". Han empezado los anuncios de votos de oposición a Gorsuch. Y Trump ha instado ya a los republicanos a cambiar las normas y ratificar la confirmación con una mayoría simple si los demócratas intentan frenar la confirmación, para la que son necesarios 60 votos en un Senado donde los republicanos tienen 52 escaños.