Han crecido en una zona de guerra, se han socializado en el seno de una organización terrorista y algunos han sido obligados a ejecutar rehenes antes incluso de cumplir los 10 años. Los hijos de los yihadistas franceses que están en Siria o en Irak, se calcula que unos 400 menores, pueden ser una “bomba de relojería” cuando regresen a Francia teniendo en cuenta todo lo que han vivido, en palabras del fiscal antiterrorista, François Molins.

Los llamados ‘cachorros’ del Estado Islámico han sido entrenados para convertirse en los terroristas del futuro y representan un enorme desafío legal, educativo y psicosocial para las autoridades francesas. Cuando pisan suelo francés, es la Fiscalía la que toma las decisiones sobre su futuro inmediato. La misión de la justicia en esa primera fase es determinar el estado de salud del niño, sobre todo psicológico, y decidir quién se hará cargo de él.

Hogares infantiles o familias de acogida

En los servicios de asistencia a la infancia del Departamento de Seine-Saint Denis, en la periferia parisina, han atendido a 25 menores. La mayoría tienen entre 3 y 5 años, y el primero de ellos llegó en septiembre del 2016. Generalmente llegan en avión al aeropuerto parisino de Charles de Gaulle, con sus madres o repatriados por miembros de la Cruz Roja si sus familiares han muerto.

Como las madres pasan a disposición de un juez y, en la mayoría de los casos, son encarceladas, los menores son trasladados a hogares infantiles o a familias de acogida, explica a este diario Pierre Stecker, director de Infancia y familia del Departamento de Seine-Saint Denis.”De lo que se trata es de que encuentren un poco de estabilidad”, señala.

“Los niños llegan cansados, malnutridos y completamente desorientados. Hay que garantizarles una seguridad, vacunarlos y luego hacer un seguimiento psicológico inmediato, aunque no hayan estado mucho tiempo en la zona de conflicto, porque hay síntomas que no aparecen de manera inmediata”, prosigue el responsable departamental.

Conflicto de lealtad

Para poner de relieve la inmensa labor que tienen por delante los servicios sociales, el psiquiatra Serge Hefez, que pasa consulta a familias radicalizadas en el hospital Pitié Salpêtrière de París, cuenta en ‘L’Express’ una reciente experiencia con una familia de yihadistas retornados.

“Eran cinco niños de entre 18 meses y 13 años y lo que me sorprendió fue su silencio y su docilidad. Claramente habían recibido la consigna de no soltar palabra. El conflicto de lealtad que vivirán esos menores respecto a sus padres, a la forma en la que han sido educados y a los valores que se les ha inculcado será enorme”. El especialista explica también la diferencia de tratamiento en función de la edad.

Sobre todo, víctimas

“A un niño de 3 años hay que tranquilizarlo; a los 8 años puede haber desarrollado valores que justifican cometer un atentado, y nuestra misión es deshacer su visión de la sociedad. A los 14 o 15 años, ya es otra cosa, hay que ser más vigilantes porque pueden estar adoctrinados”, detalla Hefez.

En todo caso, para el abogado Martin Pradel, que asiste a varias familias de yihadistas franceses, la situación de los menores es “preocupante” porque, en su opinión, no hay una estrategia política clara. “Para la clase política esos niños son un problema, pero son sobre todo víctimas y si no se hace nada para ayudarles, entonces sí se convertirán en un problema”, advierte.