Ollolai, un pequeño pueblo en la isla italiana de Cerdeña, se ha propuesto combatir su inexorable despoblación con una original iniciativa: ha puesto a la venta 200 casas abandonadas por el módico precio de un euro. No es la primera vez que en Italia se publicita un anuncio similar, pero en esta ocasión la promesa se ha cumplido, y cuenta además con el aliciente de la belleza natural y la historia necesarias para atraer a los posibles compradores.

La ganga inmobiliaria esconde sin embargo un pequeño truco, ya que las 200 casas construidas en piedra en este pueblecito de la provincia interior de Nuoro están en muy malas condiciones, y los compradores deben comprometerse a renovarlas por completo en el plazo de tres años, lo que puede costar un extra de varios miles de euros.

Detrás de este intento de venta masiva hay un plan para rejuvenecer una comunidad rural que se arriesga a convertirse en un pueblo fantasma. En el último medio siglo, la población de Ollolai, antigua capital del área montañosa de Barbagia, ha decrecido de 2.250 a 1.300 habitantes, y apenas nacen un puñado de bebés al año.

Más de 100 solicitudes

El alcalde de Ollolai, Efisio Arbau, ha explicado a la CNN que pidieron a los vecinos que aportaran sus antiguas propiedades al municipio para lanzar en el 2017 esta oferta y que, a pesar de sus penosas condiciones de conservación, ya han vendido tres casas y han recibido más de 100 solicitudes de países de todo el mundo, incluyendo Rusia y Australia.

Arbau confía que la rehabilitación de las casas ayudará a crear nuevos puestos de trabajo y a dinamizar la economía local. "Tenemos orígenes prehistóricos", recuerda el alcalde de Ollolai, "y mi cruzada es rescatar nuestras tradiciones únicas e impedir que caigan en el olvido", declara Arbau, que añade: "El orgullo de nuestro pasado es nuestra fuerza. Siempre hemos sido gente dura y no permitiremos que nuestro pueblo muera".

Constructor jubilado

Vito Casula, un constructor jubilado, ha sido el primero en comprarse una casa de dos pisos por menos de lo que cuesta un 'cappuccino'. La ha transformado en su nuevo hogar utilizando materiales ecológicos, pero manteniendo la decoración original, reciclando los muebles viejos. "Vivimos cerca y frecuentemente visitábamos Ollolai. Un día, mi esposa vio el anuncio en el periódico. Era una oportunidad", dice Casula. "Este tranquilo pueblo está como congelado en el tiempo. Ofrece una vida pacífica y saludable", explica, y lo recomienda a cualquiera que "esté enfermo con demasiado estrés y necesite un descanso".

Para este nuevo vecino, junto al aire fresco y sus excelentes vistas panorámicas, lo mejor de Ollolai son el ambiente relajado, sus especialidades culinarias y la amabilidad de los lugareños. "Los residentes son tan abiertos y amables que te hacen sentir como en casa. Nunca me dejan pagar nada en el bar y constantemente nos invitan a comer o a cenar", añade.