Enrique Peña Nieto se enfila al terminar su mandato de seis años como el presidente de México con mayor rechazo popular. En junio, solo aprobaba su gestión menos de uno de cada cinco encuestados, contra un 74% que la rechazó, en un sondeo de la empresa GEA-ISA. Se trata del hombre que se propuso cambiar la narrativa y el destino de México y por un tiempo lo logró: en sólo semanas desde que tomó el poder, en diciembre del 2012, los medios del mundo dejaron de hablar del país como un lugar sumido en un conflicto sangriento y sin fin y adoptaron la idea de que se estaba viviendo el "Mexican Momentum", el lanzamiento de una nueva estrella que pronto se colocaría entre las cinco mayores economías del planeta.

A lo largo del 2013, los ministros de Peña Nieto lograron poner en marcha en un Congreso sin mayorías un extenso programa que llamaron Pacto por México. Así pudieron hacer aprobar reformas de gran calado en las áreas enérgética, de telecomunicaciones, educativa y política, indispensables -decían- para romper las cadenas que mantenían al país creciendo siempre muy por debajo del potencial de su economía.

Desde el principio, a Peña Nieto se le adelantó el crédito de los milagros por obrar: los medios más apreciados por los grandes financieros lo llevaron con favorables fotografías a sus portadas; la revista 'Time' lo consagró con una imagen casi monárquica de medio cuerpo, sobre la que brillaban gruesas letras blancas con la leyenda "Salvando a México", en febrero del 2014. Parecía su llegada a la cumbre de los estadistas pero era en realidad el inicio de una caída estrepitosa.

EL BARRANCO

El 26 de septiembre de ese año, policías y sicarios atacaron a un grupo de estudiantes, hicieron desaparecer a 43 de ellos, mataron a seis personas y dejaron a una más en muerte cerebral. La investigación oficial intentó llegar a una conclusión rápida que mantuviera el escándalo a nivel municipal; pero investigaciones periodísticas apuntaron a que en los hechos estaban involucradas fuerzas federales, incluidas unidades militares. Un grupo de expertos de la Organización de Estados Americanos (OEA) desmontó la fabricación y concluyó que detrás del crimen y las pesquisas falsificadas se quiso ocultar una gran red de tráfico de heroína.

A principios de octubre, otros periodistas descubrieron que el presidente y su esposa vivían en una mansión de siete millones de dólares, conocida como "Casa Blanca" que era propiedad de un empresario que había recibido varios contratos multimillonarios de parte de gobiernos de Peña Nieto. Sólo días después, un reportero español, Pablo Ferri, encontró que un enfrentamiento ocurrido en junio en la localidad de Tlatlaya, que se saldó oficialmente con 22 criminales muertos y un soldado herido, en realidad había sido una matanza en la que los uniformados ejecutaron a sangre fría a al menos 15 personas. Y en enero del 2015, pasó algo semejante, ahora con la Policía Federal: una periodista logró comprobar que un supuesto enfrentamiento con 16 civiles muertos, en Apatzingán, había sido una masacre.

A partir de ahí, los escándalos se acumularon: violaciones de derechos humanos, fraudes enormes, y un Gobierno en el que simplemente no había renuncias ni rendición de cuentas. Peña Nieto designó a un asociado suyo, Virgilio Andrade, para investigar las acusaciones de la "Casa Blanca", y su conclusión no ofreció sorpresas: no había absolutamente nada incorrecto.

VÁLVULA DE ESCAPE

La válvula de escape fueron los gobernadores de los estados: actualmente hay 17 presos o bajo proceso, incluidos tres políticos jóvenes (Javier Duarte, de Veracruz; César Duarte, de Chihuahua; y Roberto Borge, de Quintana Roo) que Peña Nieto había presumido en 2012 como la "nueva generación" de su partido, y que ahora son ejemplos de que el PRI es irreformable.

Además, Peña Nieto es señalado por revivir la ola Trump, que ahora amenaza con destruir el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, del que depende la economía nacional, y deportar a millones de mexicanos: en septiembre de 2016, cuando su campaña hacía agua, Trump aceptó la invitación presidencial a venir a México, lo que le permitió proyectar la imagen de jefe de Estado que necesitaba para ganar credibilidad.

Ya en diciembre de 2015, cuando Peña Nieto apenas completaba la mitad de su mandato, la revista 'Newsweek' tuvo la oportunidad de enmendarle la plana a su tradicional competidora 'Time', con una portada en la que el presidente apareció de costado, cabizbajo, y sobre él, en gruesas letras blancas: "El salvador que no lo fue".