Corea del Norte tiene el deseo «suficiente» de negociar con Washington, reveló ayer Seúl. La diplomacia olímpica empuja hacia un diálogo que semanas atrás parecía quimérico y que afronta aún un pedregoso camino donde coinciden Donald Trump y Kim Jong-un. El anuncio endulzó la ceremonia de clausura de los Juegos de Invierno de Pyeongchang y sirvió para que la diplomacia robara de nuevo los focos al deporte.

La delegación norcoreana, aclaró un despacho oficial de Seúl, entiende que las relaciones en la península deben mejorar en paralelo a las que mantiene con Washington y subraya que tiene una «intención suficiente» de dialogar. La revelación llegó después de que se reunieran Moon Jae-in, presidente surcoreano, y Kim Yong-chol, general norcoreano. Ni Pionyang ni Washington reaccionaron de inmediato al comunicado.

Esa voluntad no cambia el panorama. Corea del Norte ha manifestado su voluntad de negociar sin condiciones con Estados Unidos. La Casa Blanca, por su parte, ha variado su política decenas de veces hasta desconcertar tanto a sus aliados como a Pionyang, alternando la exigencia del desarme nuclear previo con invitaciones al diálogo sin condiciones y amenazas de destrucción masiva. Washington anunció esta semana otro paquete de sanciones, de nuevo «el más ambicioso de la historia», mientras Trump aclaraba que pasaría a otra fase «muy desafortunada para el mundo» si no funcionaba. Pionyang entendió esas sanciones como un «acto de guerra» y culpó a Washington de trabar la paz en la península.

La frenética mediación de Moon ha sobrevolado todos los contratiempos. La atención de la ceremonia de clausura se centró en el palco de autoridades, donde apenas una fila separaba al general norcoreano de Ivanka Trump. Los esfuerzos por esquivar las miradas ajenas fueron notorios mientras el admirable presidente Moon repartía apretones de manos a ambos lados.