El Hotel Nineveh marca ahora la primera línea de frente en Mosul. Desde la azotea se ve toda la ciudad, la parte sur ya liberada y la parte oeste que aún queda en manos del Estado Islámico (EI). Antes del 2014 era uno de los más caros y distinguidos. Los yihadistas le colgaron la bandera negra, y ahora la Golden Division del Ejército de Irak lo ha recuperado. El paisaje es desolador. El río Tigris bordeado por carreteras vacías, helicópteros de combate en el fondo, descargando sus ametralladoras pesadas contra focos yihadistas, y columnas de humo que van dejando las bombas que caen de la nada. Uno de los oficiales de las fuerzas chiís alza la voz por encima del ruido de los morteros, los aviones y las bombas. Regaña a un par de soldados que sonríen haciéndose un selfi en señal de victoria. Están expuestos a los mortíferos y efectivos francotiradores del EI. "Estamos preparados para continuar el camino hacia la toma total de la ciudad de Mosul", sentencia el teniente general de la Golden Division, Abdul Wahab al Saad.

Mosul es un bastión simbólico para el EI. Representa su capital en Irak, y además es el escenario desde el que Abu Bakr al Baghdadise autoproclamó califa, máximo dirigente del grupo terrorista, en un discurso desde la principal mezquita de la ciudad el 4 de julio del 2014.

"¿ME PODÉIS AYUDAR?"

Ordena al capitán Ali y a cuatro hombres más que se adentren en la nueva zona liberada hace pocas horas. La Golden Division es la primera brigada de las Fuerzas Especiales Iraquís que depende del Servicio de Contraterrorismo Iraquí (ICTS). Se han convertido en la punta de lanza de la ofensiva en Mosul. Recorren a pie las desiertas calles de la ciudad. Aún no controlan toda la zona porque a poca distancia continúan los combates. Los yihadistas se encuentran a solo 100 metros de esta posición. Desde detrás de una casa en llamas, aparece de pronto un chaval en bicicleta. "¡Mis padres han muerto, están en casa! ¿Me podéis ayudar?". El capitán Ali le responde que no. Que deberá esperar unas horas hasta que lleguen los servicios médicos.

Algunas de las casas tienen estampada en la fachada la letra nun (un semicírculo con un punto). Es el símbolo de la vigesimoquinta letra del alfabeto árabe, que hace referencia a la palabra 'nazareno'. Así es como designa el Corán a los cristianos, para los yihadistas 'kufairs' (infieles).

Una vez confiscadas, las utilizaban a su antojo, para funciones específicas. Los soldados entran en una de ellas y descubren que el EI la convirtió en una fábrica casera de minicohetes. Cada habitación cumple una parte del proceso para montar estas armas. En una se amontonan los largos tubos metálicos que sirven como monturas de los cohetes. En otra, el material para confeccionar los explosivos, las espoletas, manuales de fabricación… Y en el sótano una gran cantidad de proyectiles vacíos de gran calibre de fabricación rusa. "Este material pertenecía al Ejército iraquí. Lo dejamos en junio del 2014 cuando salimos de la ciudad a toda prisa", explica uno de los soldados.

LA PRISIÓN

El capitán Ali señala otro de los edificios. Parece una casa como las demás, pero una vez en el interior descubren una absoluta pesadilla. No entra ni un rayo de luz. Los yihadistas tapiaron las ventanas con grandes planchas de acero, y reforzaron con una doble puerta las cuatro habitaciones del piso de abajo. La primera puerta da acceso a un pequeño baño, y la segunda, con barrotes de color gris, a pequeños habitáculos. "Esto era una prisión del EI", revela Ali, que mira el baño con incredulidad porque sabe de sobra que los yihadistas, en el mejor de los casos, solo permiten que sus prisioneros lo utilicen una vez al día.

Cuando retrocedieron posiciones, se llevaron a los prisioneros, pero en las celdas aún se pueden encontrar algunas de sus pertenencias.

UN CINTURÓN EXPLOSIVO

La incursión por el territorio recién liberado acaba en un par de horas. De salida de la ciudad de Mosul un hombre hace aspavientos para detener el convoy de Humvee negros que usa la Golden Division para moverse . Un grupo de personas con maletas y cochecitos para niños están de regreso a sus casas. "¡En la habitación de uno de mis hijos hay un cinturón explosivo!", grita

El convoy decide inspeccionar la vivienda de este hombre. Tienen miedo de que se trate de una bomba trampa, una de las estrategias habituales de los yihadistas; por eso solo entra un solo soldado. Aleja el cinturón de explosivos y abren fuego contra él. No consiguen hacerlo explotar. Y después de varios intentos lo abandonan allí mismo. El grupo de combatientes se aleja saludando a los civiles con la mano.

Ha acabado la segunda ofensiva contra el EI. Y la tercera y definitiva ('inshallah', si Dios quiere) empezará en breve. Los combatientes de la Golden Division están convencidos de que será la definitiva, la que servirá para expulsar a los yihadistas de Mosul. Si es así, será el segundo califato que pierde el EI, después del de Sirte, en Libia, el pasado diciembre. Y solo les quedará Raqqa, en Siria.