“Ni de izquierdas ni de derechas” se define Emmanuel Macron, de 39 años, el más joven de los candidatos al Elíseo, un perfecto desconocido hace dos años que ha revolucionado el panorama político dinamitando la tradicional división ideológica con un programa transversal que combina políticas liberales en lo económico con medidas sociales. En Marche es el movimiento que preside y cuyos iniciales comparte: EM, con la fisonomía de una 'start-up' e inspirada en el movimiento que llevó a la presidencia de EEUU a Barack Obama.

Joven, atractivo, telegénico e inteligente, tiene aires de gurú este antiguo banquero de la banca de inversiones Rotschild, amante de la filosofía, la literatura y la música y con el pedigrí que da la ENA, la Escuela Nacional de Administración en la que Francia educa a sus altos funcionarios, y de la que han salido varios jefes del Estado. De su talento quedó prendado François Hollande cuando en el 2008 se lo presentó el exconsejero de François Miterrand Jacques Attali. Macron pertenecía entonces a la prestigiosa inspección de finanzas.

En el 2012, Hollande le nombró consejero económico y en el 2014 ministro de Economía, desde donde buscó un espacio propio a la derecha del Partido Socialista y abiertamente criticó la semana de 35 horas laborales, la gran conquista del PS. Con muchas dificultades logró sacar adalante una ley liberalizadora de la economía que lleva su nombre, aunque el entonces primer ministro Manuel Valls decidió hacerlo por decreto ante la dificultad de lograr la mayoría entre el grupo socialista.

La traición

Ocupando todavía el ministerio de Bercy, en abril del año pasado lanzó En Marche, “un movimiento de jóvenes, una especie de 'think thank'”, como le confió a Hollande. Pero el 30 de agosto dimitió y en noviembre se declaró candidato presidencial, después de que el jefe del Estado renunciara a sus aspiraciones a repetir en el cargo. “Me ha traicionado con metodología”, reconocería el jefe del Estado, cuya apuesta era Valls.

A Hollande no lo reivindica pero tampoco le critica. El jefe del Estado no ha pedido para él el voto como sí lo han hecho en cambio Valls y otras figuras de proa del Partido Socialista. Para la derecha es claramente el heredero. “Emmanuel Hollande”, le han bautizado.

Nunca ha pasado por las urnas, pero este no es el primer obstáculo de calado que vence en su vida. Siendo un joven estudiante de instituto de 16 años en su localidad natal del Amiens se enamoró de su pofesora de francés, Brigitte Trogneux, 24 años mayor que él, casada y madre de tres hijos. Sus padres le enviaron a un liceo de París para cortar aquel romance. Pero la relación continuó y se casaron cuando él tuvo 30 años. Una gran historia de amor que ha hecho del matrimonio la pareja de moda, con gran exposición mediática.

Es el más eruropeísta de todos los candidatos y su programa conjuga medidas de derecha y de izquierda. Así, propone reducir el número de funcionarios y la rebaja del impuesto de sociedades junto con la universalización del subsidio de paro, además de un plan de creación de vivienda joven. Propugna impulsar el crecimiento con inversiones de 50.000 millones de euros. Y una propuesta transgresora: la reinstauración del servicio militar obligatorio. Aunque solo sea un mes.