Bhim Bahadur Khatri, cocinero y también serpa, estaba preparando la comida en una tienda de campaña del campamento base del Everest cuando una avalancha se abalanzó sobre él y sus compañeros como un gran monstruo con los brazos abiertos. «A todos nos apuraron a salir al cielo abierto y al instante un enorme muro de nieve se nos precipitó encima. Me las arreglé para desenterrarme de lo que fácilmente podría haber sido mi tumba. Me moví, usé mis manos como garras para excavar tanto como pude. Me ahogaba, no podía respirar. Pero yo sabía que tenía que sobrevivir».

Cuando por fin se cavó su salida, tragó aire fresco con la ansiedad del que sabe que acaba de salvar la vida, pero le golpeó entonces la devastación que vio de inmediato a su alrededor. Parte de lo que era el campamento base había desaparecido. O se había transformado. «Miré y vi las tiendas de campaña desgarradas o que simplemente no estaban. Muchas personas resultaron heridas. Yo había sobrevivido, pero perdí a muchos de mis amigos».

Este estremecedor relato a la agencia AP del serpa y cocinero coincide con el de muchos otros escaladores que se encontraban en el Everest: la suerte de ser superviviente, de no perecer, de no correr la misma desgracia que 22 montañistas que no pudieron escapar de las avalanchas letales desatadas por el terremoto que ha golpeado Nepal. Los relatos de los supervivientes irradiaban dolor.

Algunos testigos indicaron que la avalancha comenzó en el monte Pumori, de unos 7.000 metros de altura, a pocos kilómetros del Everest, y fue ganando fuerza mientras se dirigía hacia el campamento base y la parte baja de las vías de escalada de la famosa montaña. Numerosos escaladores permanecieron varados muchas horas en las rutas anteriores al campamento base, pero a lo largo del día pudieron avanzar o ser evacuados.

El Everest atrae a una amplia gama de escaladores, en particular ahora en abril, desde aficionados a algunos de los montañeros más experimentados, muchos de los cuales tienen una amplia formación y vienen preparados con suministros médicos. Varios trabajan como guías y es casi seguro que pudieron ayudar a los heridos.

George Foulsham, un escalador de Singapur, explicó a la agencia France Presse su odisea. «Vino a mí una ola de nieve de cinco pisos. Corrí y me aplastó. Traté de levantarme y me aplastó de nuevo. No podía respirar, pensé que moriría. Finalmente me puse de pie y no podía ni creérmelo. Con todo lo que me había pasado por encima y yo estaba casi intacto», dijo. El susto hizo ver a Foulsham que su sueño de escalar el Everest, de 8.850 metros, ya no será posible. «He esperado años para subir, pero siento como si la montaña me dijera que no lo va a permitir». Seguramente no es el único con esa sensación de fatalidad. «No volveré. Esta montaña conlleva demasiado dolor», aseveró otro escalador.??????????

Luna de miel accidentada

El año pasado un alud mató a 16 sherpas nepalís, en la que hasta entonces era la más mortífera de la historia de la famosa cumbre. Ayer, tras el terremoto del sábado, se produjeron réplicas que provocaron nuevas avalanchas, dificultaron el rescate y asustaron a los que permanecían atrapados en los diferentes niveles de la montaña.

Fue el caso del centenar de montañeros que se vieron sin posibilidad de bajar desde los campamentos 1 y 2, ya que las rutas quedaron bloqueadas. Los helicópteros rescataron a los más malheridos y los trasladaron a un hospital.

El ministro de Turismo nepalí calculó que en el campamento base se llegaron a agrupar hasta un millar de amantes de la escalada, entre ellos unos 400 extranjeros. Quienes habían progresado hasta el campamento 1 cuando se desencadenó el seísmo eran una pareja británica, Sam Schneider y su esposa, Alex Chappatte, que habían ido al Everest a disfrutar de la luna de miel.

«La tierra empezó a temblar violentamente, pero antes de que pudiéramos reaccionar, el líder del grupo gritó: '¡Sal de tienda y coge tu piolet!'», escribió Chappatte en su blog. «Nos asombró ver una avalancha que venía directamente hacia nosotros. Una ráfaga de viento nos tiró al suelo, pero fuimos capaces de levantarnos y correr hasta un lugar seguro. Estamos bien y nuestros serpas se han portado de forma increíble», rememoró.