La victoria electoral en Chile del magnate Sebastián Piñera por nueve puntos ante Alejandro Guillier profundiza el giro político de Sudamérica a la derecha. En el 2010, cuando falleció el presidente argentino Néstor Kirchner, Piñera parecía estar siempre fuera de sitio en las fotografías de las exequias en Buenos Aires al lado de sus colegas netamente de izquierdas como Hugo Chávez, Luis Inacio Lula da Silva, Evo Morales, Rafael Correa y José Mújica. Su segundo Gobierno se iniciará con una situación diferente e inocultables aliados: Argentina y Brasil. El cuadro debería completarse con Perú, pero ese país entrará el jueves en un cono de incertidumbre: si no ocurre un milagro, su Congreso destituirá al presidente Pedro Pablo Kuczynski por presunta “incapacidad moral”.

Piñera festejó a lo grande en la noche de Santiago. No faltaron en las calles imágenes de Augusto Pinochet e insultos contra la “guata” (gorda) Michelle Bachelet. Los analistas empezaron a explicar qué había sucedido. La consultora Criteria Research fue quizá la única que se acercó antes al desenlace. Su director, Cristián Valdivieso, consideró que el multimillonario ganó porque, durante el debate televisivo final, el 'bacheletista' Guillier no quiso arriesgar ni hacer suyo parte del programa del Frente Amplio (izquierda), “y eso le pasó la cuenta”. Votantes de esa nueva fuerza le dieron la espalda. Pero, a su criterio, mayor efecto lo tuvo “el temor que sembró la derecha con Venezuela, la estrategia del miedo, logró generar una movilización en torno a evitar un riesgo mayor”.

Guillier no se demoró en reconocer la “dura derrota” y felicitar a su contrincante. El periodista devenido candidato pidió también una autocrítica. En su entorno se apuntó contra el Frente Amplio. Su diputado Giorgio Jackson, quien se inició en la política durante las protestas estudiantiles contra el primer Gobierno de Piñera, descartó culpas de la izquierda por lo ocurrido en las urnas.

"Hambre de triunfo"

En su opinión, Piñera y la derecha demostraron durante la campaña “más hambre” de triunfo y más pragmatismo. Michelle Bachelet se apresuró en la noche santiaguina en cumplir con el rito republicano de llamar al vencedor de los comicios. Es la segunda vez que le toca comunicarse con Piñera. Para el portal El Mostrador, ella es una de las derrotadas de las elecciones. Su intenso despliegue de los últimos 30 días no alcanzó para contrarrestar “una gestión política deficiente”, las permanentes tensiones con su coalición Nueva Mayoría (socialdemócratas, democristianos y comunistas) y “los errores no forzados en los proyectos de las reformas más emblemáticas (educativa, fiscal, laboral)”.