Donald Trump está más cerca de conseguir su primera (y única) victoria legislativa de envergadura hasta la fecha. La Cámara baja del Congreso estadounidense ha aprobado el proyecto de ley republicano para reemplazar la reforma sanitaria de Barack Obama, también conocida como Obamacare, una ley llena de luces y sombras que los conservadores han demonizado desde que fuera aprobada en el 2010.

Para que la nueva versión pueda materializarse, tendrá que pasar por el Senado, donde le espera un trámite bastante más complicado. Pero el primer paso está dado y con tanta prisa que los republicanos ni siquiera han esperado a conocer la evaluación independiente de su propuesta. No saben ni cuánto costará al erario público ni cuántos estadounidenses ganarán o perderán su cobertura sanitaria.

La imprudencia es manifiesta, dado que pocos asuntos preocupan tanto a los estadounidenses como la sanidad y sus costes. En el 2018 hay elecciones legislativas, y la suerte de muchos congresistas dependerá del desenlace de esta nueva ley, enmendada a la carrera por los republicanos, menos de dos semanas después de que su primera propuesta fracasara estrepitosamente por el rechazo de algunos de sus miembros, concretamente la facción más extremista.

El análisis de aquella tentativa inicial, muy parecida a la actual, fue como mínimo desalentador. La Oficina de Presupuestos del Congreso estimó que 26 millones de estadounidenses perderán conTrumpcare la cobertura sanitaria de aquí al 2026, con lo que la cifra de ciudadanos sin póliza pasaría de los 26 millones actuales a 52 millones.