El asunto se daba prácticamente por cerrado hasta que Donald Trump utilizó una reunión con los líderes demócratas y republicanos del Congreso el pasado lunes para volver a lamerse la herida que más le escuece desde el 8 de noviembre. El nuevo presidente les dijo a los congresistas que habría ganado también el voto popular de no ser porque "entre tres y cinco millones" de personas votaron ilegalmente en las pasadas elecciones, un fraude masivo del que lleva hablando desde antes incluso que el país acudiera a las urnas, a pesar de no haber presentado nunca una sola prueba. No hay nada que sostenga esa teoría conspiratoria que nació en las redes sociales, pero el magnate gastará fondos públicos para investigarlo, según anunció la pasada madrugada.

“Voy a pedir una gran investigación sobre el fraude electoral”, tuiteó el martes. “Incluyendo a aquellos que se registraron en dos estados, a aquellos que son ilegales e incluso que están muertos (desde hace mucho tiempo) y se registraron para votar”. Trump ganó las elecciones gracias al arcaico sistema electoral estadounidense, que no siempre honra la voluntad de la mayoría. Se impuso en el colegio electoral, llevándose 33 de los 50 estados del país, pero obtuvo en total 2.8 millones de sufragios menos que Hillary Clinton. Algunos demócratas y parte de la opinión pública han cuestionado la legitimidad de su victoria, y Trump no puede quitárselo de la cabeza. Su rival supo perder, pero él no ha sabido ganar.

Ni los abogados

Ni siquiera los abogados de su campaña respaldan la tesis del fraude masivo. “Todas las pruebas disponibles sugieren que las elecciones del 2016 no estuvieron manchadas por el fraude y los errores”, declararon ante los tribunales después de tratar de torpedear los intentos de la candidata del Partido Verde para recontar los votos en tres estados. En uno de ellos, el republicano sacó un puñado de sufragios más de los que constaban en el resultado inicial. Tampoco la organización que representa a muchos de los presidentes de las mesas electorales compra las insinuaciones del presidente. “No somos conscientes de que nada respalde las alegaciones de fraude masivo del presidente Trump”, dijo recientemente la Asociación Nacional de Secretarios de Estado.

Quizás lo más irónico de todo es que el estratega jefe de Trump en la Casa Blanca, Stephen Bannon, se registró en dos estados antes de votar, uno de los escenarios descritos por el presidente como potencialmente fraudulentos. La ley no prohíbe registrarse en más de un estado siempre que se acabe votando en solo uno, como habría hecho Bannon, según fuentes de su entorno.