ste martes, en una madrugadora entrevista con 'Fox & Friends', su “programa favorito” en televisión, Donald Trump se mostraba convencido de que ha hecho “grandes cosas”, pero asumía también un fallo (“Yo y mi gente no lo hemos explicado lo suficientemente bien al público estadounidense”). “En términos de lo que he hecho, creo que merezco un sobresaliente”, decía, “pero en términos de mensaje me daría un aprobado o un aprobado alto”. Su oportunidad de subir nota llegaba unas horas más tarde, cuando enfrentaba su primer discurso ante el pleno del Congreso, una intervención que con solo 40 días en el Despacho Oval no es formalmente un Discurso sobre el Estado de la Unión pero, a todos los efectos, funciona como tal.

Tanto Trump como su fiscal general, Jeff Sessions, habían adelantado el lunes que uno de los focos iba a estar en la filosofía del presidente sobre la necesidad de restaurar el dominio de “la ley y el orden”. Y aunque el discurso, en horario de máxima audiencia, no se había producido al cierre de esta edición, ese mensaje se reforzaba simbólicamente con la selección de los invitados del presidente. Tres de las seis personas que se sentaban junto a la primera dama, Melania, son las viudas de dos policías asesinados por un inmigrante sin papeles en el 2014 y un padre que perdió a su hijo en un crimen cometido por un indocumentado en el 2008.

Aunque tras la redacción del discurso están los mismos ayudantes que prepararon el de la toma de posesión (16 minutos donde Trump llegó a presentar la situación de EEUU como “una carnicería”), y aunque el presidente no desaprovecha oportunidad de asegurar que heredó “un desastre”, esta vez se prometía la presentación de una “visión optimista” para el país.

REFORMA SANITARIA

Trump había prometido también en una entrevista que concedió el lunes a 'Breitbart' hablar ante el pleno del Congreso de la reforma sanitaria y de lapropuesta presupuestaria que planteó el lunes, que incluye un aumento del gasto militar en 54.000 millones de dólares con recortes por prácticamente la misma cantidad en otros programas. Y esas partes del discurso son especialmente trascendentales para los representantes y senadores republicanos, divididos, como otros conservadores, ante esas proposiciones.

El plan presupuestario de Trump, que de momento exime de los recortes a los sistemas de sanidad pública y la seguridad social, choca con la agenda republicana en las cámaras, que tiene desde hace tiempo en su diana la rebaja de las prestaciones. Ha sido además denunciado por más de 100 generales retirados, que advierten de losriesgos de recortar los fondos del Departamento de Estadopara diplomacia y ayuda internacional. Respecto a la prometida anulación y remplazo de la reforma sanitaria de Obama, cada vez es más evidente que el proceso enfrenta muchos más retos legislativos de lo que reflejan las promesas presidenciales de “salvar a las familias americanas del desastre de Obamacare” y muchos republicanos creen que el presidente debe marcar una dirección más clara y concreta.