Donald Trump ha aterrizado este miércoles en Carolina del Norte para evaluar las consecuencias del huracán Florence y transmitir su apoyo a las miles de familias que tratan de salir a flote tras las devastadoras consecuencias de la tormenta. Aunque el sol vuelve a brillar en la región, Florence se ha cobrado la vida de 39 personas en tres estados y ha dejado a su paso poblaciones y carreteras anegadas por las lluvias torrenciales y las crecidas de los ríos. La precaria situación que impera en las Carolinas se ha visto agravada por los riesgos medioambientales generados por la inundación de docenas de granjas de cerdos y pollos, así como de algunos depósitos de cenizas de carbón, cuyos residuos se habrían vertido sobre el agua que cubre parte de la región.

Como suele hacer por defecto cada vez que una catástrofe natural se abate sobre Estados Unidos, Trump ha presumido de la respuesta federal al Florence, lo mismo que hizo en el caso de Puerto Rico, a pesar del aluvión de críticas que recibió por la gestión del huracán María en la isla. “Ahora mismo, todo el mundo está hablando del gran trabajo que estamos haciendo con el huracán Florence y tienen toda la razón”, escribió en las redes poco antes de partir hacia Carolina del Norte. “Pero que nadie se equivoque, en algún momento no muy lejano los demócratas empezarán a despotricar contra la agencia de emergencias, los militares o los equipos de salvamento para decir que son un desastre y que no hacen bien su trabajo”, añadió para cubrirse las espaldas.

Donald Trump ha aterrizado este miércoles en Carolina del Norte para evaluar las consecuencias del huracán Florence y transmitir su apoyo a las miles de familias que tratan de salir a flote tras las devastadoras consecuencias de la tormenta. Aunque el sol vuelve a brillar en la región, Florence se ha cobrado la vida de 39 personas en tres estados y ha dejado a su paso poblaciones y carreteras anegadas por las lluvias torrenciales y las crecidas de los ríos. La precaria situación que impera en las Carolinas se ha visto agravada por los riesgos medioambientales generados por la inundación de docenas de granjas de cerdos y pollos, así como de algunos depósitos de cenizas de carbón, cuyos residuos se habrían vertido sobre el agua que cubre parte de la región.

Como suele hacer por defecto cada vez que una catástrofe natural se abate sobre Estados Unidos, Trump ha presumido de la respuesta federal al Florence, lo mismo que hizo en el caso de Puerto Rico, a pesar del aluvión de críticas que recibió por la gestión del huracán María en la isla. “Ahora mismo, todo el mundo está hablando del gran trabajo que estamos haciendo con el huracán Florence y tienen toda la razón”, escribió en las redes poco antes de partir hacia Carolina del Norte. “Pero que nadie se equivoque, en algún momento no muy lejano los demócratas empezarán a despotricar contra la agencia de emergencias, los militares o los equipos de salvamento para decir que son un desastre y que no hacen bien su trabajo”, añadió para cubrirse las espaldas.

Carreteras anegadas

En Carolina del Norte, el estado más afectado por lo que empezó siendo un huracán de fuerza cuatro, más de 10.000 personas siguen todavía en los refugios. Unas 350.000 están sin luz y el suministro de agua se ha interrumpido en muchas localidades. Los servicios de emergencia, que tuvieron que rescatar a 2.200 personas, están teniendo dificultades para desplazarse porque numerosas carreteras y puentes continúan anegados. “Mucha gente lo ha perdido todo. Tuvieron que ser evacuados tan rápido que no tuvieron tiempo para llevarse nada”, ha dicho el gobernador del estado, Roy Cooper. “Ahora mismo estamos tratando de reconstruir negocios, carreteras y puentes para que la gente pueda volver a sus casas”.

Las primeras estimaciones apuntan a que la tormenta, que también se cebó con Carolina del Sur y en menor medida con Virginia, habría dejado unas pérdidas de 22.000 millones de dólares, una cifra que situaría a Florence entre los diez huracanes más devastadores de la historia estadounidense. Los latigazos de vientos, pero sobre todo el agua, han hecho estragos en las infraestructuras. Pero también ha destruido cosechas de algodón, cacahuete y tabaco, un golpe para las zonas agrícolas de la región.

Respuesta firme

Con las elecciones legislativas a la vuelta de la esquina, Trump se ha hecho acompañar de un largo séquito de legisladores republicanos. A diferencia de Puerto Rico, un bastión hispano y demócrata, juega en territorio blanco y políticamente disputado, por lo que está obligado a demostrar una respuesta firme y rápida. “Vamos a estar al 100% con ellos”, dijo tras aterrizar en la región. “Nada se quedará sin hacer. Les vamos a dar todo lo que necesiten”.

En Carolina del Norte, el estado más afectado por lo que empezó siendo un huracán de fuerza cuatro, más de 10.000 personas siguen todavía en los refugios. Unas 350.000 están sin luz y el suministro de agua se ha interrumpido en muchas localidades. Los servicios de emergencia, que tuvieron que rescatar a 2.200 personas, están teniendo dificultades para desplazarse porque numerosas carreteras y puentes continúan anegados. “Mucha gente lo ha perdido todo. Tuvieron que ser evacuados tan rápido que no tuvieron tiempo para llevarse nada”, ha dicho el gobernador del estado, Roy Cooper. “Ahora mismo estamos tratando de reconstruir negocios, carreteras y puentes para que la gente pueda volver a sus casas”.

Las primeras estimaciones apuntan a que la tormenta, que también se cebó con Carolina del Sur y en menor medida con Virginia, habría dejado unas pérdidas de 22.000 millones de dólares, una cifra que situaría a Florence entre los diez huracanes más devastadores de la historia estadounidense. Los latigazos de vientos, pero sobre todo el agua, han hecho estragos en las infraestructuras. Pero también ha destruido cosechas de algodón, cacahuete y tabaco, un golpe para las zonas agrícolas de la región.

Respuesta firme

Con las elecciones legislativas a la vuelta de la esquina, Trump se ha hecho acompañar de un largo séquito de legisladores republicanos. A diferencia de Puerto Rico, un bastión hispano y demócrata, juega en territorio blanco y políticamente disputado, por lo que está obligado a demostrar una respuesta firme y rápida. “Vamos a estar al 100% con ellos”, dijo tras aterrizar en la región. “Nada se quedará sin hacer. Les vamos a dar todo lo que necesiten”.