La vida nos obliga a elegir en muchas ocasiones. Otras, es ella misma quien decide por nosotros sin tan siquiera preguntarnos antes. Ayer, Almassora escribió el triunfo en femenino bajo el nombre de una ganadera de cuna, el de Rocío de la Cámara Ysern.

De cuna porque a la sevillana, hija de ganadero, la vida o, más bien, la muerte le llevó a hacerse cargo del hierro que pasta en el cortijo La Sierra a temprana edad. Así, uno de sus toros -procedencia Carlos Núñez y Juan Pedro Domecq-José Luis Osborne- dejó huella en la quinta de la Feria Taurina de la Mare de Déu del Roser cuando casi ni se le esperaba.

Y es que 'Martino', marcado con el número 185, no fue la primera elección de las peñas El Polp, Bocao, Trifulca, Gamusino y Perkal pero, ya a toro pasado, sí la mejor. Cosas de la vida. Tras las carcasas de rigor, el ejemplar salió veloz de chiqueros en busca de su presa, 'Raulillo', que lo esperaba chaqueta en mano. El de El K-nut, que se las conoce todas, vio las intenciones del animal y dijo “pies para que os quiero” enfilado hacia el cadafal de Els Penjats. Barrotes hasta los que 'Martino' le hizo hilo ante el asombro del respetable.

Mientras la plaza Mayor se llenaba de corrillos, el de Rocío de la Cámara hacía su camino por el recinto taurino. El animal, encastado, tuvo movilidad, recorriendo cada palmo de la Vila y acudiendo donde se le llamaba. Pegó en talanqueras y burladeros y embistió a las chaquetas sobre la arena del recinto almazorense.

Un gran toro cuya faena dará que hablar de una de las llamadas damas del toro, Rocío de la Cámara, justo el mismo día en el que se habla de otra dama, la Duquesa de Alba, de la que no se olvidaron los peñistas al simular su boda en la charanga.

A continuación salió a la arena 'Esloveno', el Marqués de Domecq financiado por las peñas Sant Roc, Casats, Peña 38 y La Vila. Negro bragado y marcado con el número 39, el astado salió suelto en busca de alguien que hablara su idioma por el recinto taurino. A su vuelta a la plaza Mayor respondió a los rodadores, así como a los clásicos quiebros de Patricio.