La plantilla, los 17 jugadores que restan más Guillermo Herrero y Jesús López (jugadores del filial convocados, por si acaso, para el partido), volvieron a comparecer en la sala de prensa para leer una carta dirigida a la afición en la que justificaba su decisión.

Muy emocionado, Aarón leyó la misiva. “Nos gustaría pedir disculpas en un día en el que el Castellón debería haber jugado”, reflejó. “Nos duele, porque el club no se lo merece”, añadió antes de desglosar a los 4.200 socios, los grandes logros en los casi 90 años del club… “Hubiésemos podido jugar y aguantar hasta el 13 de mayo, pero debemos luchar por el escudo, la historia, por nosotros y nuestras familias”, ahondó. “Podemos estar equivocados, pero nos vamos con la cabeza alta y sin remordimientos”, añadió.

Eso sí, el capitán remarcó que no tienen pensado otra jornada de huelga: “Espero que ni siquiera lleguemos a planteárnoslo”.

LA LECTURA DEL VESTUARIO // En alusión a la situación institucional, Aarón afirmó, sobre la reunión en la víspera con Fernando Miralles y Jesús Jiménez, que “no vinieron a parar la huelga, sino a informarnos de la venta del club”. “Miralles nos dijo que ya está hecho y Jiménez, que puede hacerse pero sin tener la completa seguridad”, comentó. “Al parecer, falta el poder sobre el club, el de gestionarlo, unos flecos, pero no nos hicieron cambiar de idea sobre la huelga”, repitió. El capitán también aclaró que, “directamente”, no han hablado con nadie del Ayuntamiento.

Por último, enfatizó su defensa a ultranza del CD Castellón: “Es el club que tiene 90 años de historia, es lo que tiene que ser”.

Lo que tal vez no esperaban era la despedida que les tributaron los alrededor de 200 manifestantes (aficionados de a pie, gente de Sentimiento Albinegro y Accionistas CDCS e, incluso, algún ultra camuflado), entre división de opiniones. Entre las recriminaciones, lógicamente, el no presentarse al partido y abandonar Castalia no por la puerta principal, en la que se encontraban los aficionados, sino por la trasera. Según aclararon después, habían recibido instrucciones para hacerlo así, para evitar que pudiese producirse algún altercado.

Sin duda, esta reacción motivó que si bien Aarón había señalado, tras la lectura de la carta, que la plantilla no tenía la intención de acudir a la concentración pacífica, que se trasladaba de Castalia a la calle San Blas de Figueroles (domicilio de Miralles), finalmente sí que se personaron.