Con la campaña citrícola prácticamente finalizada en la provincia, y con los comercios y cooperativas trabajando en la planificación de la próxima, una nueva incertidumbre se abre para la citricultura provincial. El nuevo acuerdo comercial suscrito entre la Unión Europea y Marruecos --que liberaliza la importación de naranjas y amplía el cupo de clementinas en 35.000 toneladas--supone una dificultad añadida para el campo provincial. Un dato ejemplifica el problema: un collidor cobra en Marruecos menos de la décima parte que otro en el territorio castellonense.

Todos los trabajadores del campo del país alauí, sin diferenciación, tienen un salario diario “de unos 5 euros al día”, tal y como expuso el eurodiputado francés de los Verdes José Bové en su defensa en el Parlamento Europeo de la negativa a la firma del convenio. Concretamente, el salario marroquí es de 55,12 dirhams, que equivalen a 4,71 euros, según la información que la embajada de España en Marruecos trasladó a la Unió de Llauradors. Mientras tanto, el jornal diario de un collidor en la provincia y la Comunitat, tras la firma del reciente convenio, se mantiene en 49,7 euros para una jornada de 5 horas y en 59,64 para 6 horas en total.

Trabajo infantil // Con estos condicionantes, los productores, así como los comercios y cooperativas castellonenses, están en desigualdad de condiciones con las empresas que operan en el reino alauita. Más aun dadas las condiciones laborales de Marruecos. Según expuso Bové en Estrasburgo, “los trabajadores agrícolas no tienen, de acuerdo con el Código de trabajo marroquí, capacidad para organizarse sindicalmente y, por lo tanto, de participar en negociación colectiva alguna”. Es más, a la hora de componer los precios de la fruta, también se ve reflejada “la persistencia del trabajo infantil”, manifestó Bové.

Según Unicef, “en Marruecos, a más de un millón y medio de niños en edad escolar se les niega el derecho a la educación”, a la par que “la mayoría corren el riesgo de verse sometidos a explotación económica, a través de las tareas que se les encomiendan en la artesanía y la propia agricultura, en condiciones que no son siempre adecuadas para su salud y su desarrollo psíquico”.

Por ello, el eurodiputado italiano Lorenzo Fontana ya mostró en la Comisión de Agricultura --que votó en contra del acuerdo e instó al Europarlamento a rechazarlo-- que este “agrava los problemas ya importantes de competitividad, causados por las diferencias en los costes de la mano de obra entre la Unión y Marruecos”.

Por eso, una de las demandas más repetidas desde la provincia es la necesidad de incrementar la vigilancia en la frontera, de forma que Marruecos cumpla el único cupo que a partir de la próxima campaña va a tener que cumplir: el envío, como máximo, de 175.000 toneladas de clementinas, ya que podrá exportar a la Unión las naranjas que quiera. También Bové y Lorenzo objetaron a este punto en Europa.

Amenaza sanitaria // El delegado provincial de la Unió, Vicent Goterris, señala que así “no podemos competir con sus precios, la diferencia salarial, en prestaciones sociales y sindicales es abismal”. También el secretario técnico de Fepac-Asaja, Doménec Nàcher, considera el nuevo marco legal “una amenaza” y critica la “doble vara de medir” usada en Europa. Pero es que, además, para producir naranja en Marruecos se pueden utilizar unos 1.000 productos fitosanitarios, cuando en Europa solo están autorizados 200, señalan desde la Unió. Esto es competencia desleal en cuanto a costes, pero también una amenaza para la salud de los ciudadanos europeos, que pueden consumir fruta tratada con productos que aquí son considerados peligrosos.