Un okupa ha sido condenado por el juzgado de lo Penal número 4 de Castellón a una multa de 180 euros (cuota diaria de dos euros durante tres meses) por ocupar una casa de Orpesa durante dos años después de romper la puerta. El acusado es autor de un delito de usurpación de inmueble. El dictamen ha sido ratificado en su integridad por la Audiencia Provincial de Castellón.

En la sentencia se declara como probado que el acusado, nacido en Marruecos y con residencia legal en España, con antecedentes penales no computables a efectos de reincidencia, habitó la vivienda de Orpesa a sabiendas de que no tenía el consentimiento de la propietaria, siendo detenido en la misma y cesando la ocupación después de actuar la Policía Local de Orpesa y la Guardia Civil.

La citada vivienda, como detalla el documento judicial, no era usada por la propietaria en esos momentos, ya que, al quedarse viuda y enfermar la mujer, esta se marchó a vivir a casa de su hija. Pese a ello, la casa la mantenía en perfecto estado --aunque ordenó el corte del suministro de agua, la vivienda tenía luz eléctrica y la puerta de acceso estaba perfectamente cerrada con llave--.

Para los magistrados, “nos encontramos ante una vivienda dentro de una población que no ha sido abandonada, sino que constituía la morada de su propietaria hasta que, por el fallecimiento de su marido y por su edad, esta pasó a residir en el domicilio de su hija, lo que no impedía que, ocasionalmente, acudieran los familiares a la misma”. Y es que tanto la diligencia de inspección ocular de la Guardia Civil como el testimonio de la hija de la perjudicada, “nos describen un inmueble que no estaba abandonado ni en ruina, que se encontraba amueblado y de alta en el suministro eléctrico”.

Y prosigue el documento: “En el caso que nos ocupa, contrariamente a lo expuesto por el recurrente, no podemos concluir que la ocupación de la vivienda en cuestión llevada a cabo por el recurrente pueda calificarse de ocasional o transitoria, sino que fue con vocación de permanencia, ya que, pese a que el hombre declaró que solo llevaba allí dos semanas con un amigo, el hecho de que hubiera allí una estufa revela que el acusado la estaba habitando con voluntad de permanecer en ella por tiempo indefinido”.

La afectada falleció mientras se instruía la causa. Después del desalojo del okupa, la vivienda fue demolida, pero sufrió numerosos actos vandálicos. Sus hijos, como herederos del terreno, nada quisieron reclamar al acusado. H