Más de 500 ciudadanos de Vila-real de todas las edades se dieron cita ayer en el paraje del Termet para poner el cierre a una nueva edición de la Escola de Tradicions que, coincidiendo aproximadamente con el periodo escolar, ha formado a unos 300 vecinos, especialmente niños y jóvenes, en el toque de bombos y tambores, pilota valenciana, dolçaina i tabal, guitarra, canto coral o música de banda.

Un final de campaña que acabó con la mirada puesta en la posibilidad de recuperar la escuela de parany --pionera en la Comunitat Valenciana--, que llevó a cabo la asociación de paranyers Apaval y que ahora no se realiza.

“Desde la Concejalía que encabezo siempre estamos abiertos a que cualquier entidad del municipio pueda poner en marcha una escuela en el marco de esta programación, pero son ellas la que tienen que decidir que quieren hacerla y, el caso de ser afirmativo, concretar cuál será su contenido, a la vez que tienen que estar dispuestas a llevar su organización, ya que el Ayuntamiento solo pone la infraestructura y el apoyo económico”, explica el edil Pasqual Batalla.

Y añadió: “Siempre hemos tenido la puerta abierta para que Apaval recupere su escuela del parany tradicional, en la que no solo se enseñaba a usar el reclam sino que también se formaba para acercar a la gente a esta costumbre ancestral y tan nuestra, y también a la naturaleza”.

BALANCE // En cualquier caso, el concejal Batalla hizo hincapié en el balance “muy positivo que hay que hacer de esta iniciativa impulsada desde el consistorio, porque todas las escuelas han tenido una media de unos 40 ó 50 alumnos, a excepción de la de música de La Lira que es más numerosa”.

“Es un proyecto que funciona muy bien y permite, fundamentalmente a los jóvenes, conocer las costumbres más arraigadas a nuestra cultura y nuestra tierra y eso también es básico para que las aprecien”, añade el edil.

Las demostraciones de los alumnos de todas las escuelas, seguidas por atentos padres y abuelos, complementadas con desfiles de los discípulos de los bombos y tambores, pusieron la nota lúdica a un evento que, de nuevo, se cerró con otra tradición muy arraigada en a Vila-real como es la de tomar horchata y fartons. H