No es la plaza de toros de Castellón la más torista del mundo, pero por el hecho de ser la primera feria y una plaza con un ciclo consolidado merece un toro acorde con su importancia, ni un mastodonte ni una cabra, lo que muchos entendemos por «el toro de Castellón». Un toro como alguno de los que ayer se lidió, sin ir más lejos, pero con un poco más de motor.

Ya estamos acostumbrados a que se anuncien dos hierros para una misma corrida, algo impensable hace unos años, pero el hecho de que sean de un mismo ganadero hace que se reste importancia a este hecho.

Pienso que, a principios de temporada, no debería haber problemas para cerrar un encierro de un mismo hierro y que anunciar dos ganaderías debería limitarse a hechos puntuales, pero eso no deja de ser una opinión personal.

Lo que ya me parece fuera de lugar es que ayer viéramos ejemplares de Peña de Francia, Olga Jiménez, Hermanos García Jiménez y José Luis Marca. Cuatro hierros distintos en un mismo festejo, al que poco le faltó para parecer un concurso de ganaderías por su variedad.

Sin embargo, lo peor no fue eso. Lo que de verdad no debió pasar es la disparidad de hechuras, con un mastodonte de salida y un anovillado tercero, que por cierto fue el único que tuvo movilidad. Considero que Castellón merece encierros con un poco más de nivel.

Por cierto, me cuentan que los alumnos de la Escuela Taurina acudieron a la tertulia que se celebra después del festejo y, como se suele decir, les «dieron leña» por todos los lados.

Resulta también curioso que en esta misma tertulia se trate a las figuras del toreo con mimo exquisito, al margen del resultado de la tarde. ¡Qué fácil es torear al toro pequeño y que difícil resulta al grande!