"Pero, qué mona va esta chica siempre". Esta frase acuñada en una famosa serie de la televisión sirve, y mucho, para definir la elegancia y saber estar de la reina de las fiestas de la Magdalena, Estefanía Climent, máxima embajadora de la semana grande de Castellón, que ha dejado su impronta en los cánones de la moda para la fiesta con mucho estilo. Sus trajes de gala, siempre monocromos, con alguna excepción, los combina con «algún punto de diferencia, de color, que destaque». Ella misma explica que «soy un poco difícil, pero a la vez sencilla; no me gustan, para nada, las cosas recargadas, sino que busco las líneas básicas, ceñidas pero cómodas y con algún elemento destacado, que se vea». «Creo que menos es más», dice.

Mano a mano, la reina ha ido tejiendo un top ten de los trajes que más han marcado su reinado. Empieza con el traje de gala con la falda a flores de la cena de la Gestora, hace apenas una semana, con un corpiño liso rematado con una gran dalia en el hombro; o el rosa de la Imposición de Bandas infantil, con un cuerpo de encaje y transparencias asimétrica en el hombro y una falta plisada; o el rojo pasión con cuello atado a la espalda que lució en la cena de la entrega de Premios Taurinos del Casino Antiguo.

COLORES PLANOS // En su memoria queda un vestido amarillo, corto, con el que hizo la visita a los palcos del Palau en Navidad; el de la recepción en El Corte Inglés, o el blanco roto de la inauguración de la sede de Moros d’Alqueria. «Son casi siempre colores planos, rojos, azules, ocres o blanco y negro, siempre con zapatos o un bolso que rompan esa monotonía», dice.

«Tengo el armario hasta arriba, con muchos trajes de gala, que espero ponerme en las bodas de mis amigos; y mucha ropa de diario y de cóctel atemporal», señala, indicando que, «detrás de los modelos más importantes está mi modista de toda la vida, además de marcas como Encarna Far o L&V y varios comercios del centro, así como Pedro del Hierro o Adolfo Domínguez». Sencillez y elegancia.