Los caprichos del calendario hicieron que el 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora, coincidiera con el Coso Multicolor en Castellón, precisamente un acto cuyo origen se remonta a finales del pasado siglo XIX, y cuyo espíritu primigenio era la exaltación del eterno valor femenino. Un desfile que se convertía en estampa de la puesta de largo para jóvenes casaderas y habilitar un espacio para la diversión y el júbilo en días de vinos y rosas donde triunfa siempre el amor.

Asimismo, como homenaje al gineceo, ese universo de mujeres en danza con sus potencialidades y distintas habilidades, en el protagonismo merecido en igualdad de condiciones con el hombre. En justa medida.

Y así lo recordó en la pasada Galania la galantejadora Lidón Barberá cuando aseguró que «una mujer castellonense puede ser reina de las fiestas y no necesariamente ser mujer florero, sino como un complemento más de sus habilidades en todos los ámbitos posibles, en unas fiestas como las de la Magdalena donde nunca se ha planteado una marginación de la mujer».

Coso Multicolor convertido en estampa ancestral de viejas leyendas y tradiciones. De encuentros y complicidades. Un cortejo disfrutado ahora por los niños, por ese futuro de la infancia gaiatera que ha encontrado en este desfile su máxima expresión. Y es que desde hace ya muchos años no hay Magdalena solvente si no aparece en el programa oficial de fiestas un Coso Multicolor que significa el deseo de todo un pueblo se seguir con la fiesta triunfante de Magdalena.