En su primer año en L’Armelar entra por la puerta grande en el madrinazgo. Confiesa que le propusieron ocupar directamente el trono de la gaiata de la calle Navarra y dijo que sí inmediatamente: «Surgió la oportunidad y no me lo pensé dos veces», asegura Fátima María Renau Ventura, quien ya anda nerviosa ante la gala oficial de su proclamación en el Palau.

Califica sus vivencias magdaleneras como «una gran experiencia en la que conoces a gente y haces muchos amigos», y desde que recibió el pergamino acreditativo para ocupar el trono de L’Armelar «todo ha estado muy bien», y es incapaz de elegir algún momento especial porque «cada momento tiene su importancia». Tampoco se atreve a manifestar su predilección por algún acto magdalenero.

Apela a ese valor intransferible y emocional de una vivencia personal que posiblemente solo tengan las madrinas de sector en su periplo magdalenero.

Estudiante de Ingeniería de Diseño Industrial y Desarrollo en la Universitat Jaume I (UJI), asegura que sus compañeros de aula «están muy contentos» por su designación en L’Armelar.

Un mundo gaiater «diferente y divertido», como califica Fátima María Renau a la hora de detallar qué es lo que se ha encontrado en el seno de una de las comisiones de mayor solera.

«He participado ya en algunos actos, como la entrega del Armeler d’Or o ir cada sábado al Palau, y me lo he pasado muy bien», sentencia esta joven de 21 años que, sin haber pertenecido anteriormente a ningún colectivo festero, entra la historia de oro de la gaiata con el guarismo 4 como madrina, la que presidirá el bautizo del monumento de luz en los días previos a la semana grande magdalenera, prólogo emocionado de ese jubiloso tercer domingo de Cuaresma que será vivido que con intensidad por los castellonenses.

La madrina de la gaiata 4 asegura la perfecta comunión que existe entre el barrio y la comisión, e invita a los vecinos a participar directamente en cada uno de los actos populares que organiza la gaiata, colectivo esencial para la fiesta magdalenera.