Grandes ciudades del mundo tienen puerto con nombre y apellidos. Es el caso de Atenas, con El Pireo; Lima, con El Callao; Roma, con Ostia y Civitavechia; Gijón, con El Musel...y Castellón de la Plana, con el Grao, puerto de la capital de la provincia y barrio marinero por excelencia. Pero, además, más Castellón, doblemente Castellón, por el sello de ciudad abierta por completo al mar, por esos lazos que unen la vila i els ravals con el distrito marítimo, que no pueden obviarse.

Y, por eso mismo, cualquier sentimiento castellonero alcanza cotas exacerbadas en el Grao. Castellón, emoción y orgullo de sentimiento de identidad a un pueblo. Porque si se trata de la Mare de Déu del Lledó, es en el Grao donde la devoción a la patrona de la ciudad llega a la extenuación. Corazón grauero, alma lledonera, ojos que miran al mar y se aclaman y rezan a la virgen de todos los castellonenses.

Si hay que hablar del Club Deportivo Castellón es en el Grao, donde las referencias albinegras superan todo lo inimaginable y Castalia, templo del fútbol, se llena los domingos de muchísimos graueros para animar al glorioso equipo finalista de Copa.

Ojo, y cuando llega la Magdalena, cómo no, el Grao tiene también su gaiata. La número 12. Y porque así lo quisieron los padres fundadores de los festejos magdaleneros en su estructura actual. Els graueros pujen a Castelló en Magdalena. I fan la romeria. Realizan el peregrinaje por el Camí de la Pedrera y hacen parada en la ermita de Sant Roc de la Donació. Un trayecto que se incluye en el programa oficial de festejos de la Magdalena.

Y el Grao es también Semana Santa de Castellón en su declaración de fiesta de interés turístico, con la procesión de la Dolorosa, el Viernes de Dolores, y la del Santo Entierro, el Viernes Santo, con la bella imagen del Cristo Yacente, una talla en madera realizada por Vicente Ramos, una de la más bellas obras de imaginería religiosa de Castellón. Que, con el Grao, es más Castellón.