Cuando su padre le llevó a verlas por primera vez, Iker Miralles quedó tan impactado por las gaiatas que al llegar a casa se puso a montar una con sus piezas de Lego. Desde entonces, su pasión por los monumentos de luz y color que son el emblema de la fiesta castellonense no ha dejado de crecer. Tras ser el año pasado acompañante infantil, le dijo a sus padres, muy convencido, que quería ser presidente. Dicho y hecho.

Ahí está, solo dos años después de entrar en Sequiol, dispuesto a disfrutar al máximo y también a aprender. Cuando se le pregunta por cómo afronta este año, asegura que está dispuesto a hacer «lo que diga la jefa», en referencia a Elisabeth Breva. Ejercicio de lealtad impropio de su edad que hace extensible a sus madrinas, Águeda y Nagore, de las que se declara amigo.

Contento y nervioso a partes iguales ante la presentación de mañana, este joven entró en el mundo de la fiesta porque es inquieto por definición. En sus ratos libres toca la dolçaina y hace sus pinitos en la investigación, pues le encantan los trenes y los aviones. De Magdalena, aguarda con interés el Coso Multicolor y el Desfile de Gaiatas.