No hubo espacio para la polémica. Y tampoco se escuchó ningún sílbido de desaprobación. La alcaldesa de Castellón, Amparo Marco, acompañada del presidente de la Generalitat, Ximo Puig, entraron en la concatedral a esperar al clero para iniciar la peregrinación religiosa-civil hacia la ermita de la Magdalena.

Fue una combinación del protocolo municipal y lo estipulado en el reciente congreso magdalenero que da libertad a los miembros de la corporación municipal a que entre o no en la iglesia mayor.

Y es que al propia consueta, o reglamento propio de la Romeria de les Canyes, es muy clara: «El Ayuntamiento sale del consistorio para dirigirse a la arciprestal (hoy concatedral), donde esperará la salida del preste de la romeria que porta la reliquia de la santa de Magdala».

‘Sede Matris’

En ningún momento apunta que la representación civil tiene que adentrarse en la Sede Matris de Castellón. No obstante, en aras a la verdad histórica, el conflicto poder religioso y civil en la ciudad es una constante y más cuando es la Romeria de les Canyes del tercer domingo de Cuaresma, aunque haya una tregua...De momento.

Antes de salir, el president de la Generalitat destacó «el valor de la Magdalena como fiesta de convivencia y de calle», antes de comenzar la Romeria. Puig recordó su «compromiso con Castellón, con la presencia de una gaiata en el Palau de la Generalitat, y la importancia de la rehabilitación del Castell Vell».