Cuando algo se rompe, con ganas, se puede arreglar. Ese fue el mensaje que de forma velada trazó el guión de una presentación que escenificó la energía con la que la Gaiata Rafalafena afronta una nueva etapa en su trayectoria festiva. El humor fue la herramienta elegida para conducir a los asistentes a través de un proyecto renovado que lidera Gabriel Fernández Camacho, a quien ayer se le vio entre nervioso y emocionado en su primera presentación desde que se puso al frente de la agrupación.

A los asistentes que llenaron el Palau de la Festa el sábado por la noche les esperaba el sonido de los martillos y los taladros junto a un escenario cubierto con sábanas. El tiempo se les había echado encima. Una jefa de cuadrilla nerviosa, armada con un estridente silbato, trató de poner orden y, poco a poco, al ritmo de la música, descubrieron los lugares que instantes después comenzarían ocupar los representantes de la comisión tras la llegada de sus emblemas a manos de los portaestandartes Mª Rosa Sabater Ortiz y Valentín Sainz Ramirez.

Con el protocolo inicial cumplido y las emociones a flor de piel, los actores encargados de amenizar el acto alertaron a todos los presentes: los planos de la gaiata se han perdido. La búsqueda de-sesperada empezaba, así como el recibimiento de las festeras.

La primera en subir al escenario fue la Madrina 2017 y Gaiatera d’honor 2018, Mayra Dávila Rondona, que revivió los momentos que protagonizó hace ahora un año, mientras se acercaban al escenario para ocupar todas las sillas allí dispuestas, tantas las damas de honor como sus acompañantes. Para imponerles sus bandas acreditativas se reclamó la presencia de los dos presidentes, Gabriel Fernández y el niño Jesús Ortega Ballester.

Las primeras fueron las damas infantiles, entre las que se encontraba la más pequeña, Paula Bueno Renau, que llegó junto a Álvaro Navarro Sánchez. Tras ella, acompañadas por una música diferente y especial escogida para cada una, ocuparon su lugar Raquel García Padial, junto a Iván García Padial; Luna Robles Amate y Sheila Sabater Matamoros, tras la cual hizo lo propio la Madrina Infantil d’Honor, Marina Doñate Soler, que subió acompañada por Adrián Ortiz Sabater.

A continuación, los presentadores comenzaron a nombrar a las damas de honor: Yaiza Fernández Ballester, acompañada por Marc Cardona Fonte; Carmen Santolaria Beltrán y Fran Dura Herrera; Alba Mª Esteve Mendoza, que subió al escenario junto a Israel Rodríguez Valiño; Sara Renau Solaz y David Bueno Claros, y por último, María Albalat Moliner, acompañada por José Antonio Naranjo Ojeda.

Todo estaba dispuesto. Había llegado el momento culminante de la velada, el más esperado. Después de que los actores volvieran a irrumpir compungidos por una búsqueda infructuosa de los planos de su monumento, sonó el popular Rotllo i canya y la Madrina d’Honor se dispuso a recibir a Patricia Doñate Soler, Madrina Infantil 2018, a la que escoltó Jesús Ortega Ballester. Tras sus pasos, Toñi García Gaviro, Madrina de Rafalafena de este año 2018, junto a Gabriel Fernández.

Las madrinas y el presidente infantil recibieron los típicos farolillos, símbolo indiscutible de la celebración de la luz, se impusieron las bandas y el cuadro de la comisión quedó conformado.

La música de la mítica Carros de fuego anunciaba un instante crucial. Uno de los actores enarbolaba los planos de la gaiata, que había encontrado en un rincón del matadero. Una explosión de júbilo acompañó a los actores hasta que, emulando las comedias más absurdas, los destrozaban en pedazos desatando una locura que finalizó con carreras musicalizadas y varas en alto, muy a lo Benny Hill. Sin embargo, el desastre se solucionó poco después, porque no hay nada que no puedan reparar las ganas de fiesta.

El acto lo completaron las ofrendas de entidades, asociaciones y comisiones festivas, tanto de Castellón, como de otras localidades. Entre estos honores destacó la asistencia de las fallas Polo Peyrolón de Ciudad de Mula y San Valeriano de Torrent, o la Sección de bombos y tambores de la Cofradía de Sta. Mª Magdalena, de la que forman parte los dos presidentes de la gaiata.