"Eran las 12 horas, 26 minutos 25 segundos y allí, en aquella curva de Brno, solo estábamos Marc, yo y dos conejos asustados". Tino Martino, fotógrafo de la agencia Milagro, captó el 18 de agosto de 2014 la caída imposible o, mejor aún, la caída posible, que Marc Márquez salvó, en los test posteriores al Gran Premio de Brno, enderezando una moto que estaba totalmente acostada, durmiendo sobre el asfalto a 68 grados de inclinación.

"Me puse en esa curva porque tienes la posibilidad de hacer varias fotos: llegando, frenando, tumbando, entrando derrapando, saliendo de una rueda... Y cuando vi entrar a Marc y lo vi derrapar a tope en mitad de la curva empecé a disparar", narra Martino. "En ese instante, lo importante es tener calma, no agitarse, no dejar de mirar por el visor ni soltar el disparador, pues la tentación siempre es levantar la mirada y ver la caída sin hacer la foto". Lo grande fue cuando Martino alzó la vista y creyó que Márquez se había estrellado. "Miré, y Marc no estaba. Había desaparecido de mi vista".

TOTALMENTE TUMBADO

Cuando acabó la sesión, Martino fue al taller de Marc a enseñarle la secuencia fotográfica. "Yo flipé, pues en mitad de la curva era perfectamente consciente de que estaba en el suelo", relata el tricampeón de MotoGP. Fue entonces cuando Márquez le pidió permiso a Martino para publicar una de sus imágenes en Twitter con el comentario: "68 grados ¿Cómo? ¡No lo sé!" Y el mundo quedó boquiabierto.

"Hubo gente en las redes que llegó a decir que era mentira, que no había salvado la caída e, incluso, hubo quien lanzó al aire un vídeo de una caída mía de ese mismo año, también en Brno, en una curva parecida pero que era de la sesión de entrenamientos privados que habíamos hecho dos meses antes", denuncia Márquez, con tristeza.

Para el líder de Honda, para el nuevo rey de MotoGP, salvar esa caída "fue suerte, ¡un milagro!, vamos". Márquez cree que se juntaron varios detalles. "Por un lado es una curva en subida y eso me ayudó a recuperar la moto". El piloto relata que en ese punto se entra "en segunda, con un puntito de gas, cortas y, luego, vas abriendo progresivamente gas. Pero cuando corté, ya noté que la moto se iba cerrando de delante, muy lentamente. Y temí lo peor".

En ese punto de Brno, Márquez, que entraba en esa curva a 107 kilómetros por hora, nunca tocaba los frenos. La dirección "hizo tope muy pronto" y el campeón se vio incapaz, como había logrado otras ocasiones, de levantar la moto. "Lo intenté haciendo palanca con la rodilla, codo y hombro derecho, pues hubo un instante en que todo mi cuerpo estaba aplastado contra el asfalto, tumbado ya en la pista".

¿Y cómo salvó la caída? "Es de las veces que te gana la moto. Me ganó, yo intentaba con todas mis fuerzas levantarla, pero ya era imposible. Y, como reacción última, se me ocurrió dar un golpe de gas seco, agresivo, ¡muy bestia! Y la moto reaccionó, se elevó de golpe y la pude poner recta. Pese a la plegada, todavía había buena parte del neumático en contacto con el asfalto y, con el repentino golpe de gas, se alzó sola". Márquez defiende que fue posible salvar la caída "porque todo se produjo muy a cámara lenta, ya que si la moto se hubiese comportado con la agresividad de otras veces hubiese sido imposible levantarla".

A UN PALMO DEL ASFALTO

Dorna, la empresa española que posee los derechos del Mundial, fascinada por los límites que exploran los pilotos cada fin de semana, quiso indagar, hace tres años, en esa maniobra que les lleva a tumbar de curva en curva y, gracias a un innovador sistema de medición, se han podido ver los datos reales. Dicen que, en Aragón, Márquez alcanzó los 61 grados a su paso por la octava curva, a la derecha, justo antes de otra a la izquierda en la que empieza la bajada después del primer tramo de circuito. Esos 61º son los que se obtienen al tumbar la moto hacia el suelo tomando como punto de partida —cero grados— la referencia de la vertical, de modo que quedaría un minúsculo ángulo de 29º —26º en caso de máxima inclinación— que definiría el poco espacio que separa la máquina del asfalto. En términos no científicos, un palmo. No más.

El Mundial de MotoGP arranca este domingo y a esos magos del equilibrio puede que se les sume, muy pronto, si no ya mismo,Maverick Viñales, que ha deslumbrado a todo el mundo, siendo muy veloz sin un pilotaje agresivo, espectacular, pero tremendamente eficaz.