Al mismo tiempo que los españoles han sido conocedores de la transición democrática porque muchos la vivieron en su día y, sobre todo, por la amplia difusión concedida a personalidades tan relevantes de aquella etapa como Adolfo Suárez, Felipe González, Manuel Fraga o Santiago Carrillo, en nuestra ciudad y provincia también hubo nombres propios que protagonizaron la historia de los partidos políticos y las instituciones a finales de los setenta. Algunos de aquellos protagonistas son Antonio Tirado, Vicente Petit, Joaquín Farnós, Felipe Guardiola, Josefina López, Enrique Monsonís, entre otros, unos más identificados con el contexto local y otros con el provincial e incluso autonómico por sus responsabilidades políticas de entonces. Cada uno emergía de un ámbito distinto, algunos hasta del exilio y otros habían tenido experiencia política desde dentro del propio régimen anterior.

La transición política en Castellón también fue modélica. Dos años después de las primeras elecciones legislativas, cuyo 40 aniversario celebramos este 15 de junio, la sesión de investidura en Castellón del alcalde socialista, Antonio Tirado, tuvo lugar apenas seis días antes de la última reunión de la corporación franquista presidida por Vicente Pla. Los escaños del salón de plenos del edificio de la Plaza Mayor cambiaban de inquilinos en menos de una semana, unos nombrados bajo el sistema de tercios de la época anterior y otros, gracias al sufragio universal. De la misma manera, también cabe apuntar que en la sesión constitutiva celebrada el 20 de abril de 1979, precisamente, la primera concejala en tomar la palabra fue Josefina López, del Partido Comunista, exiliada durante los años del franquismo.

En aquellas elecciones, como en las constituyentes, concurrieron formaciones tan diversas como la ORT, Unión Nacional, por citar varias desde la extrema izquierda a la derecha, consolidándose desde un primer momento las opciones moderadas de centro-izquierda y centro-derecha, entonces representadas en gran parte en un partido con una denominación muy clara: la Unión de Centro Democrático, una amalgama de formaciones que acabó estallando por los aires. Ya desde un primer momento, también se trasladó el cisma a nivel local.

La llegada de la democracia permitió la puesta en escena de un sinfín de candidaturas, en algunos casos debido a los personalismos de la época. Las primeras elecciones constituyentes del 1977 tuvieron la particularidad en la provincia de Castellón de contar con una segunda candidatura en la órbita de UCD, denominada Candidatura Independiente de Centro, con José Miguel Ortí Bordás como artífice. Esta situación sólo se repitió en Zaragoza. Los primeros diputados por Castellón, por tanto, son Enrique Monsonís y Enrique Beltrán, por UCD, Antonio Sotillo y Palmira Pla, por el PSOE, y José Miguel Ortí Bordás, por Candidatura Independiente de Centro. Los socialistas consiguen hasta tres senadores (Ernesto Fenollosa Alcaide, Enrique Marco y Fernando Flors) y el cuarto que le corresponde a la circunscripción, lo deben dirimir Farnós y Oñate.

Como curiosidad y en comparación con la actualidad, en 1977 hasta tres partidos políticos se repartieron los cinco diputados correspondientes a la circunscripción de Castellón (dos UCD, dos el PSPV-PSOE y otro el mencionado Bordás) y un total de cinco formaciones lograron dos años más tarde representatividad en el Ayuntamiento de la capital de la Plana. Nunca ha habido tanta dispersión de voto y, por tanto, representatividad diversa tanto en el Congreso como en el Ayuntamiento como ahora.

Castellón participó activamente en los referendos de la Ley de Reforma Política de 1976 y la Constitución Española de 1978, al igual que en las elecciones generales de 1977 y 1979. Es verdad que el entusiasmo y la participación fue de más a menos. Castellón vivía al mismo tiempo el proceso autonómico, pero sin excesivo entusiasmo. Los medios de comunicación relataban actitudes en defensa de la Diputación como la de su presidente Joaquín Farnós.

Había, por tanto, cierto recelo hacia la autonomía por el temor de que ésta no tuviera en cuenta la idiosincrasia y la realidad castellonense. Había un peculiar programa político basado en la defensa de las aspiraciones castellonenses ante cualquier intento de imposición del cap i casal. En la vida política, social y económica de Castellón muchos de sus protagonistas eran los mismos que lo habían sido durante los últimos años del régimen anterior, ya que no se había producido un relevo generacional. Castellón no se caracterizó por las grandes ideas políticas pero sí por un talante dialogante del que Valencia adoleció porque tenía mayor conciencia de élite. Pero, quizá, el factor más importante a la hora de enjuiciar el poco entusiasmo generado por el espíritu autonomista fue la ausencia en Castellón de un espacio universitario propio, que sí tuvo en aquellos decisivos momentos una ciudad, València, que fue un foco de importante debate ya en los últimos momentos del franquismo.

Los partidos políticos en Castellón también tuvieron sus propios protagonistas, con sus específicas desavenencias, fruto de personalismos que imperaron en muchas ocasiones sobre las siglas y las ideologías. UCD repitió en Castellón capítulos de divisiones internas que protagonizaron, por citar algunos hitos, la elección del candidato municipal en 1979 que para muchos fue un error de tal magnitud que propició la derrota del partido gubernativo para disgusto del propio Gobernador Civil del momento, Juan José Izarra del Corral, que intervinó directamente en la elección del número uno de la lista cuando la dirección local había designado otra persona. En las filas socialistas, las tensiones internas entre Antonio Tirado por sus posiciones socialdemócratas, alejadas del marxismo, generaron un fuerte malestar en la dirección del partido, en concreto, en Alfonso Guerra. El propio Tirado redactó con su puño y letra una carta de dimisión que entregó a sus dos lugartenientes del Ayuntamiento, Miguel Bellido y José Luis Villamarín, quienes le convencieron a la hora de dar marcha atrás en aquel movimiento que pudo cambiar la historia política de Castellón.

Castellón, por tanto, no fue ajena a la realidad que vivía España entonces. Nuestra micro-política tuvo de todo, zancadillas, imposiciones de candidatos... es decir, desde un primer momentola ambición por el poder estuvo presente en la política local y en el otro lado de la línea los ciudadanos respondían con entusiasmo participando masivamente en las urnas. De alguna manera, la falta de pluralismo en el panorama mediático de hace 40 años, impedía, también a nivel local, conocer los entresijos de la política de los partidos pero que, pese a esas convulsiones internas, entre todos Castellón como parte de España fue capaz de poner los cimientos del actual sistema democrático.

*Periodista. Autor del libro ‘La Transición en Castellón’