En su día, Artur Mas, el que fue president del Govern de Catalunya, tuvo que quedar bien envainándose el comentario en el que afirmó que los adolescentes catalanes salen de sus estudios conociendo el castellano tan bien como cualquiera de Salamanca, Valladolid y por supuesto de Andalucía o Canarias, que por cierto a algunos de ellos ni se les entiende (más o menos así lo dijo).

Para algunos esta afirmación no fue de buen gusto porque no es políticamente correcta, es ofensiva para andaluces y canarios, pues se ha hablado contra el acento de los andaluces y canarios; incluso ha tenido «efetos» (por efectos) en los gallegos, como dicen estos cuando hablan en castellano.

Pero del acento, en el Diccionario de la RAE se dice , entre otras cosas, que va sobre la vocal de la sílaba que se quiere enfatizar dando a entender que, en la práctica es una cuestión más de vocales que de consonantes, que es una cuestión de particularidades fonéticas basadas más en las vocales. Todos notamos la diferencia en la vocalización, pues algunos de los idiomas peninsulares no tienen sólo 5 vocales sino muchas más, y el castellano hablado por algunos ciudadanos españoles que sólo tienen como propio ese idioma, lo hablan comiéndose las s o las r, y pronuncian las s (especialmente finales) como j y la doble l como y griega o como una l (ele) simple.

Los respondones quizás no notan que el castellano estándar no es, precisamente, el que hablan la mayoría de los andaluces, canarios, y deja mucho que desear en algunos casos el que hablan los gallegos, extremeños, madrileños y otros. Lo que hay que enfocar es la cuestión sobre la enseñanza del idioma en la escuela. No puede ser que se salga de la escuela hablando andaluz o canario, lo que no quita que en casa lo hagan. El problema consiste en que no pueden, no saben, hablar el idioma con la pronunciación estándar de España. Eso es un fracaso de la educación pública.

En efecto, el hecho es que cuando las consonantes dejan de pronunciarse, o se pronuncian de otro modo, el lenguaje hablado cambia hasta tal grado que se convierte en ininteligible, en otro idioma.

No me hagáis recordaros la diferencia entre el inglés escrito y el hablado, y no lo digo al nivel de quien no conoce dicho idioma, sino al nivel de quien sabe que puede, por mucho que busque, no encontrar norma alguna por la que un mismo signo, unas veces se pronuncia de un modo y otras de otro. Esa es la razón de que en EEUU haya tantos concursos de deletreo, para ellos se precisa memorizar (tal cual el chino) los signos, uno a uno, para saber escribir correctamente la palabra. No así en el castellano de un hablante estándar, que oyendo hablar sabe escribir. Igual ocurre en catalán, o en alemán dos de los idiomas en donde la pronunciación, la prosodia, está, con pocas reglas, claramente establecida.

Pues bien, si algún padre de niños andaluces o canarios se siente ofendido, lo hacen sin causa, porque, en efecto, el idioma que desde pequeños aprenden sus hijos no es el castellano estándar. Se comen consonantes y otras las pronuncian de distinta manera, solo falta un poco de tiempo para que el modo en que hablan (como lo hacen los argentinos con la y griega, la doble ele (ll) y la jota (j) así como con la conjugación de los verbos), haga que se convierta en otro idioma.

Ozé, zaca er zaco de la za para que ze ceque ar zo, es un ejemplo jocoso de ceceo. En cuanto al seseo, este es general, aunque no sea lo que más perjudica al entendimiento, porque casi es normativo.

La distinción entre el singular y el plural es la apertura mayor y alargamiento de la vocal final, porque la s final se la comen: là càsàa, por las casas, la r (erre) por la l (ele).

Decir estas cosas no es ofensivo. Lo ofensivo es que habiendo aprendido el idioma, de los padres y por la calle, que se habla así, en las escuelas no se consiga que hablen el estándar admitido y continúen no solo seseando (pronunciando las c delante de e, i; las z delante de todas las vocales como s) sino pronunciando la doble ele ( ll) como y griega [chiquiyo], y en el interior de la palabra, y como ele (l) al final de ella [Sabadel]; así como el dígrafo ch como sh inglés; la ele,( l), como la ere (r); y muchísimos más.

No, no es ofensivo decir que los maestros que enseñan a los niños en dichos territorios, los cuales, probablemente, la mayoría de ellos, son también de los mismos territorios, no tienen éxito en enseñar a hablar correctamente el idioma estándar, porque ellos mismos tampoco lo saben hablar. Y ese no es el caso de los catalanes, mallorquines, valencianos y, por supuesto, de los castellanos.

Nada que decir que en casa hablen dialectalmente su andaluz o canario, pero de la escuela deben salir hablando, leyendo y escribiendo el idioma estándar. Y todos vemos que ministros y expresidentes de Gobierno y otras altas instancias hablan dialectalmente. ¿Cómo queremos que hablen inglés si ni su propio idioma lo conocen, no a la perfección, sino suficientemente?, e, insisto, nada que objetar que lo hablen a su manera dialectalmente en su círculo, pero deberían saber el estándar.

*Doctor en Derecho