Querido lector:

Cuando los periodistas de mi generación comenzamos a ejercer recién salidos de las facultades, en Castellón había un puñado de informadores de generaciones anteriores que nos sirvieron de referencia. Cada uno a su manera y en su ámbito profesional. Eran los Paco Pascual, José María Arquimbau, Juan Soler, Eduardo Mas, Xavier Manzanet, Vellón, Monferrer, Chencho... y el ahora desaparecido Juan Enrique Mas.

Eran todos ellos periodistas de oficio más que contrastado que ejercieron la profesión en tres etapas históricas muy distintas pero apasionantes. Experimentaron el final de un régimen dictatorial, vivieron la transición política y comunicaron en el sistema democrático en el que convivimos ahora.

Uno de ellos fallecía ayer. El veterano periodista Juan Enrique Mas Molina. El recordatorio de su currículum basta y sobra para explicitar lo que fue y representó esa generación para Castellón. Trabajó en prensa, en Mediterráneo y en Castellón Diario, periódico que dirigió. Ejerció en radio muchos años, en RNE. Trabajó en televisión, dirigiendo Televisió de Castelló. Ejerció la profesión en el ámbito institucional como jefe de gabinete de la alcaldía de Castellón y en el ámbito empresarial como responsable de comunicación de Marina d’Or. Y reivindicó su profesión como miembro de la Asociación de la Prensa.

Es decir, como sus cogéneres, fue un periodista con mayúsculas. Trabajador incansable en todos los terrenos de este oficio y siempre coherente, honesto, respetado y maestro de periodistas de las siguientes generaciones. Y como tal, un referente singular en la sociedad de su querida Castellón a la que testimonió siempre con rigor y con amor.

Perteneció, en definitiva, a esa generación de comunicadores que profesionalizó y significó este oficio dándole su categoría con trabajo, meticulosidad, tesón y mucho sacrificio. Con su marcha, Castellón pierde. Y la profesión también. Ya no ejercía para los demás. Pero sí para él, porque como decía, un periodista nunca deja de serlo. Él fue fiel ejemplo de ello.