La semana pasada en este espacio hablé de Marine Le Pen y cómo gana votos con un patriotismo contrario a los valores de la libertad, la igualdad y la fraternidad que son los de la República Francesa y los de la razón.

Hoy, vuelvo para no solo hablar de Francia, sino para afrancesarme un poco. Solo lo necesario. Porque sabiendo que desde 1530 los franceses son gabachos para los españoles e, incluso, conociendo que desde el Siglo XVIII y con Carlos III lo de afrancesado ha sido para ciertos sectores sociales sinónimo del algo peyorativo -para la Iglesia, la Monarquía o el franquismo eran equivalentes de frivolidad, liberalismo y democracia--, debo saludar la sensibilidad de M. Ives Saint-Geours, embajador de Francia en España, que para ocupar unas paredes de la embajada en las que colgaban dos textiles del Siglo XVII que necesitaban ser restaurados, ha traído de Francia dos tapices de Picasso, de gran valor, de un género poco visto y, encima, uno de ellos con los colores del Guernica. Pero lo bueno es que además de organizar visitas gratuitas, como al tiempo se ha publicado un libro que traduce al español los mejores artículos de prensa de Albert Camus, ha utilizado la coincidencia del 80 y 60 Aniversario del Guernica y de la concesión del Premio Nobel de Literatura para programar la temporada cultural del 2017 del Instituto Francés en España con actividades relacionadas con los personajes y los eventos. Y todo ello, para dejar clara muestra de los puentes que unen la cultura y la historia española y francesa. ¡Chapeau! Ahora solo falta que el Instituto Francés las traiga a Valencia y, la Asociación Francófona de la Vall, aproveche la circunstancia.

Este sencillo suceso tiene moraleja. La pronunció la actriz Rossi de Palma -madrina de la temporada, posiblemente por su cara picassiana- al decir: «Es que allí, en Francia, no se recorta el dinero para la cultura, es intocable. Aquí, no hay respeto».

*Experto en extranjería