En lo que llevamos de año ya son 45 las mujeres víctimas de la violencia de género. La última, muy cerca, el 24 de noviembre (un día antes de la jornada internacional de la no violencia contra la mujer) en Vinaròs, cuando un hombre mató de un escopetazo a su expareja y luego se quitó la vida. Antes, el 9 de noviembre, la violencia machista se cobró otra víctima y lo que preocupa es la forma en que se produjo: en un colegio a plena luz del día y delante de los niños y padres que asistían atónitos a la dantesca visión de un padre asesinando a la madre de uno de ellos. Un asesinato que más bien se podría calificar de ejecución al más puro estilo terrorista, tiro en la nuca.

Pero no quedando aquí la cosa, unos días más tardes, un individuo arroja por el balcón a su hijo de 2 años para hacerle daño a la madre, su expareja.

Pero si nos paramos a analizar los hechos ocurridos y sus antecedentes, llegamos a una conclusión en estos casos: y es que algo no se está haciendo bien. Algo está fallando.

Analizando estos casos, vemos que, a pesar de las denuncias que la mujer había interpuesto, parece que el sistema no da protección a sus víctimas. En el primero de los casos, el mismo día del brutal asesinato, se le hizo un juicio a su ex pareja y se le dejó en libertad para inmediatamente después presentarse en el colegio a ejecutar la brutalidad que ya todos conocemos. En el 20% de los casos de violencia de género, el protocolo suele fallar y las parejas no están lo suficientemente protegidas para que no ocurra la desgracia final.

Y en ambos casos, de nuevo, como en muchas ocasiones más, un menor vuelve a ser la víctima que nadie quiere ver, en el primero de los casos quedándose huérfano, y en el segundo de los casos falleciendo. Se nos olvidan los cientos de niños que sufren en silencio los malos tratos recibidos no sólo por sus madres si no por ellos mismos, cuando no, la falta de uno de sus progenitores, carencia, que nadie puede subsanar, pero sí aliviar si al menos la justicia empezara por ser fiel a su nombre, algún día, o en el peor de los casos, como fue el caso de Alzira, con el brutal fallecimiento del menor.

Esta lacra debe remitir y debe remitir porque no podemos permitirnos que, por ejemplo, 1 de cada 7 mujeres hayan sufrido algún tipo de violencia física o psíquica a lo largo de su vida, o el escalofriante y preocupante dato que indica que uno de cada cuatro jóvenes ven como una conducta normal dentro de la pareja y justifican la violencia de género. Algo falla en esta sociedad.

El pasado 24 de Julio de 2017 todos los grupos políticos representados en el Congreso alcanzaron un Pacto de Estado contra la violencia de género y aprobaron por unanimidad una batería con más de 200 medidas que, a día de hoy, parece que no han servido de mucho, y más viendo que ocurren casos como el del pasado 9 de noviembre que quito la vida de Jessica en Elda o días después con el fallecimiento del menor en Alzira.

El pasado 25 de noviembre, como cada año, se celebró el día internacional de la no violencia contra la mujer. Una fecha que ojalá llegue a no celebrarse, ya que significaría que, de una vez por todas, ninguna mujer es maltratada por su pareja.

Aunque son cada vez más el número de mujeres que se atreven a denunciar la situación, el número de mujeres que callan sigue siendo elevado. El miedo, la falta de protección y el escaso amparo que reciben por parte de la ley son algunas de las causas principales que paralizan las víctimas.

Se habla de la educación en valores en colegios, institutos o universidades, pero también en los domicilios. De padres a hijos. Recordad que un hijo “absorbe” lo que ve en los adultos, y más en los primeros años de su vida. Y recordad también que en los colegios se recibe la enseñanza y en casa la educación.

No más. Ni una más. No queremos recordar a ninguna víctima más. A los políticos pedimos que se reformen las leyes porque vemos que no se erradica el problema. A las familias que inculquemos desde casa y potenciemos la igualdad de oportunidades. A la sociedad: ayudemos a las víctimas, no las repudiemos.

Algo está fallando cuando, a día de hoy, todavía nos podemos lamentar de víctimas por la violencia de sus parejas y tenemos que seguir reivindicando que no ocurra. ¿Sociedad? ¿Leyes? ¿Protocolos ?

Debemos empezar entre todos a quitarnos la venda de los ojos e ir eliminando esta lacra.

#SoloNOpuedoContigoSI #Lafuerzadelaciudadania.

*Pte.e Federación Coordinadora Entidades Ciudadanas Castellón (COASVECA)