Hoy decimos adiós a unas fiestas más que especiales para Peñíscola, las fiestas patronales. Han sido unos días para el recuerdo, festejos que como cada año nos llenan de emoción. Al llegar septiembre, volvemos a revivir aquello que nos han transmitido nuestros antepasados y, emocionados con la devoción a nuestra patrona, la Virgen de Ermitana, sentimos que volvemos a ser pueblo.

Volvemos a ser el pueblo de hace siglos, el que ha forjado su carácter paso a paso, con pasión por las tradiciones, hasta ser lo que somos hoy. Peñíscola se despide hasta el año que viene de sus días grandes y lo hace por todo lo alto, con los corazones encogidos porque sabemos lo que somos, un pueblo de cine.

Con estas fiestas, reconocidas de interés turístico nacional, Peñíscola ha vuelto a congregar a decenas de miles de fieles seguidores de nuestra tradición, sumando atractivos en el ámbito cultural como la fiesta mora y cristiana, les danses, las loas o la danza-batalla, en las que acercamos ensalzamos nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro.

Gracias a la celebración de nuestros festejos, conseguimos alargar la temporada turística, puesto que los establecimientos hoteleros han registrado en el mes de septiembre cifras de ocupación muy superiores a otros destinos, provocado en parte por la hospitalidad de nuestros vecinos, la cual hace que acoger a visitantes para disfrutar de la emoción de estos días resulte tarea fácil.

No obstante, esto no acaba aquí. Todavía queda actividad turística, pues desde ahora hasta que finalice el año, Peñíscola continuará siendo más que sol y playa, debido a la celebración de los puentes, de la actividad cultural, de la oferta gastronómica o de nuestra singular y aclamada propuesta: Peñíscola de cine.

Al bajar el telón empezamos de nuevo la cuenta atrás para las próximas fiestas, para trabajar en ellas y cuidar cada detalle, porque son importantes; son nuestras raíces.

*Alcalde de Peñíscola