Sobre el uso de armas, así como de las diferentes clases de las mismas en otras épocas, la información documental es abundante. Buena parte de esos testimonios se encuentran recogidos en las ordenanzas y establiments municipales.

Gracias a este material sabemos de diversos tipos de espadas como el mandret o maneres, también de porres, maces i lances como las que se citan en unos establiments de Morella de 1370.

En esos textos tampoco faltan utensilios tan cotidianos como el coltellque, que lógicamente no tenía una función defensiva pero que, llegado el caso, bien podía valer para atacar durante el proceso de una riña o en cualquier agresión del tipo que fuera.

Peleas a las que en siglo XV se aludía en la villa de Castellón cuando se dejó escrito que negún home, estrany o privat, siegosat en cas de baralla o roydotraure armes, si dons no hufeye per departir.

Enfrentamientos en los que las armas utilizadas podían ser perfectamente legales, como lo era un cuchillo, pero que se convertían en muy peligrosas en situaciones violentas.

De ahí que muchas de aquellas ordenanzas se refieran no tanto al tipo de arma si no a la situación concreta y exacta en la que quedaba prohibido hacer uso de la misma.

De lo que sucedía tras la promulgación de aquellos textos legislativos locales también se habla en otro tipo de documentos, especialmente en los registros dela cortdel justicia. En ellos se recogen, entre otras cosas y materiales, las intervenciones judiciales llevadas a cabo por aquel oficial como consecuencia de peleas, enfrentamientos y cualquier tipo de acto violento.

Y de su atenta lectura se desprende que, a mala fe, hasta una piedra es peligrosa. H