Querido/a lector/a, el sábado no puede ir a Castellón para ver y escuchar a Pedro Sánchez. Una gripe me tenía en la cama. Por eso voy a aprovechar el privilegio de este pequeño espacio y decir lo que hubiera dicho. De entrada, deseo felicitar a los organizadores por lo de asamblea abierta de afiliados y no afiliados y, también, por la elección de la desgraciada reforma laboral como tema para el debate. Y es que, en una sociedad tan compleja y tensa y con claro desarraigo de la política, la democracia no solo puede ser votar en unas elecciones. Sobre todo, cuando son los grupos mediáticos y económicos los que imponen políticas a los gobiernos. De ahí que la democracia demanda cualquier vía que posibilite la participación y acerque las decisiones a la voluntad popular y al bien común. Por eso que democratizar la democracia, y la asamblea, aunque pequeña, es una posibilidad más, es algo a considerar. Al tiempo, y si es para hablar de algo tan esencial como de reformar el marco laboral impuesto por el Gobierno del PP para cargar la crisis sobre los trabajadores, la felicitación aún es mayor. Más aún cuando se sabe que los banqueros no devolverán las ayudas, los empresarios superan los beneficios de antes de la crisis y, los trabajadores aún caminan con salarios de sacrificio. Circunstancia, esta última, que afecta a toda la economía y es una de las causas por las que se mantiene a bajo nivel.

En cualquier caso, para que estas asambleas sean fecundas, el orador principal debe dejar moralejas o tareas prácticas para los que asisten. En ese sentido voy a proponer dos: la primera afecta a los alcaldes y a su obligación de ampliar la democracia, de buscar vías de participación que posibiliten conocer realidades y soluciones. La segunda, tiene que ver con la reforma laboral y reclama la obligación de que los afiliados, en este caso del PSPV-PSOE, se impliquen en sus empresas con los sindicatos de clase, CCOO y UGT.

*Analista político