El sábado era asesinada en Rubí otra mujer. La violencia machista no cesa. Este año son ya más de cuarenta las mujeres asesinadas. Más de ochenta según los datos de la plataforma Feminicidio.net que incluye en esta terrible cifra los asesinatos no oficiales, aquellos no confirmados, los sospechosos de violencia machista, los relacionados familiarmente y los menores que han perdido la vida por el terrorismo machista. Por otra parte, el pasado lunes llegaba a Madrid la marcha nacional por las pensiones dignas. Una importante protesta que ha recorrido varios territorios manifestando el rechazo y la preocupación por unas pensiones que no están garantizadas en el futuro inmediato. Pero esta cruda realidad no parece merecer el interés político, mediático y social. Nos están teledirigiendo y concentrando en la gran prioridad del interés general.

El pasado jueves se celebraba esa fiesta nacional que vincula Fuerzas Armadas e Hispanidad, celebraciones que deberían ir por separado. La fiesta terminó con la tragedia y la injusta muerte del piloto de Puertollano. De los actos del 12 de octubre queda el bolso del orgullo español de la presidenta madrileña Cristina Cifuentes y la intensificación de esa súper identidad española que asfixia, divide e incita al odio porque la apropiación indebida de los símbolos y banderas nos lleva a la fractura social sin que medie la responsabilidad que debería ejercer el gobierno central. Porque todos somos españoles, pero no puede tolerarse que nos sitúen una y otra vez en dos bandos. Las dos Españas que perviven y que solamente el progresismo de este país ha sabido conciliar con generosidad y racionalidad. La otra España se ha mantenido fiel a una intransigencia disfrazada de democracia.

El pasado lunes, en València, se sufrió esa exaltación del orgullo español, de esa raza a proteger, de esa falsa identidad. La ultraderecha campeó a sus anchas en su concentración no autorizada. Era previsible esta cacería ante el ambiente que se viene configurando desde hace bastante tiempo. La violencia fue brutal. Los ultras han salido a la luz bajo el manto del ultranacionalismo porque siempre han estado aquí, entre nosotros, hostigando y esperando ese momento que ahora ya ha llegado, ese abismo en el que todos quedamos jodidamente atrapados.

*Periodista