Si coinciden en alguna reunión o comida con ciudadanos centroeuropeos, verán, o mejor, oirán, cómo se cambian las conversaciones del alemán, al francés, al italiano, e incluso al español y, al fin, como idioma franco o común, el inglés, y ahí tu admiración se torna en medio frustración, porque no puedes corresponder a la amabilidad de tus interlocutores, que se esfuerzan por comunicarse en tu idioma y, al llegar a la conclusión inglesa, tienen mucha más fluidez que tú. Qque yo en este caso, y variará por el nivel que tenga cada cual, que tras 40 años de colegios, clases, fascículos, cursos y cursillos, inmersiones lingüísticas y viajes, logro defenderme en un inglés regular y parece ser que con acento de Monreal, es decir, de pueblo.

En bilingüismo, estamos muy por debajo de la media europea, donde en algunos países todos sus habitantes hablan varios idiomas y en otros, al menos se manejan en dos lenguas con fluidez. Ahí tenemos un objetivo a conseguir: deberíamos hablar y educarnos en nuestras lenguas maternas, valenciano y castellano, y hoy, en el idioma dominante, el inglés, y quizás mañana en chino, porque con ello tenemos más cultura y capacidad de comunicación, y es muy positivo para todo el aprendizaje. Para lograr esto, no basta con una asignatura dentro del curso, que te da nociones básicas, hace falta una política educativa mucho más agresiva donde parte de las asignaturas se den en otra lengua y se favorezcan las estancias en el extranjero en todos los niveles educativos. Es una de nuestras asignaturas pendientes y debemos esforzarnos por aprobarla o que la aprueben nuestros hijos.

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