Eso es lo que son nuestros dirigentes del Ayuntamiento de Castellón. Fiel reflejo del dicho aquel de “mantenerla y no enmendarla”. Antes que rectificar, prefieren la muerte. O al menos “susto”. Hace tres años el Tribunal Supremo les dijo que habían hecho mal las cosas al aprobar un PGOU con prisas. Si se hubieran puesto a trabajar con la rapidez que permitía el largo periodo de crisis en el que estamos, ahora tendríamos un PGOU malo, pero por lo menos aprobado. Y con plena seguridad jurídica para pocos que se atrevan a pedir una licencia de obras o a iniciar un proyecto empresarial.

Pero como la consigna era no reconocer los errores cometidos, se dedicaron a hacer ficciones de que habían cumplido la sentencia. Todo ello para que tres años después el propio Tribunal Supremo les pusiera la cara roja (o al menos lo intentara). Pero ellos erre que erre, como Paco Martínez Soria, que para los más jóvenes les diré que era un actor del tardofranquismo y de la transición que se caracterizó por hacer comedias en plan pueblerino.

Y con otra sentencia del Tribunal Supremo, nuestro alcalde y su concejal de Urbanismo decían que ellos no tenían que hacer nada. Que ya sería el Tribunal Superior de Justicia el que les diría que deben hacer. Pues bien, ya lo ha dicho: sencillamente hay que obedecer y punto. Pero como son muy, pero que muy cabezones, todavía se sacaran de su enorme chistera alguna otra excusa. Que si Pepito me ha pegado, que si tengo jaqueca, que si la “seño” me tiene manía. Ya lo verán.

Mientras tanto, estos malos estudiantes de colegio de pago (lo pagamos todos) dejan a la ciudad de Castellón sin uno de los instrumentos que crea riqueza y orden: el Plan General. H