Poco dado a las apariciones ante los periodistas, Mariano Rajoy ha instaurado la tradición de comparecer en rueda de prensa tras el último Consejo de Ministros del año. Para el de ayer se reservó una noticia: la fecha de convocatoria del pleno de constitución del nuevo Parlament de Catalunya. Será el 17 de enero, una fecha pactada tras las consultas discretas de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría con los partidos catalanes, o al menos con algunos de sus representantes en el Congreso de los Diputados. Con el artículo 155 en vigor, esa función le correspondía efectivamente a Rajoy aunque es evidente que podría haber filtrado la noticia a través de otros mecanismos y dejar el protagonismo de una de las pocas ruedas de prensa que da a otros asuntos de mayor calado político para su propio gobierno.

Aparte de Cataluña, lo más relevante de esa comparecencia fue su propósito de reabrir las negociaciones para la aprobación de los Presupuestos para el 2018, bloqueadas como consecuencia de la crisis catalana durante el otoño. Este es un tema de vital importancia porque de ello depende el futuro de la actual legislatura. Si el PSOE, Ciudadanos o el PNV no salen en auxilio de Rajoy, el presidente se verá abocado a la disolución ante las complicaciones de una nueva prórroga. Es evidente que las políticas de Rajoy que no tienen que ver con Cataluña no gozan de amplio consenso en el Congreso de los Diputados. El actual Gobierno no lidera una mayoría estable y sólida, lo cual ha ralentizado la actividad legislativa. La principal consecuencia de esta parálisis es que las reformas estructurales que España necesita para hacer frente a la triple crisis que padece (económica, social y territorial) están permanentemente aplazadas.

En este contexto, Rajoy exhibió ayer la subida del salario mínimo interprofesional fruto del acuerdo con los agentes sociales. El incremento es mínimo, pero marca un punto de inflexión al dar por superada una etapa que empezó en el 2011 durante la que la prioridad de la economía española ha sido ganar competitividad reduciendo los costes salariales. Esa es una senda que necesariamente debe recorrerse en los próximos meses porque tanto la cohesión social como el aumento de la demanda interna son necesarios para salir definitivamente de la crisis.