Cientos de miles de personas salieron este sábado a la calle en toda España para exigir una solución al problema de las pensiones. El presente es insoportable y el futuro se anticipa como insostenible. Los jubilados de hoy se empobrecen año tras año porque los ingresos de la Seguridad Social no permiten una revalorización de las prestaciones de acuerdo con el aumento de los precios. Las pensiones suben un 0,25 % cuando tenemos una inflación que ronda el 3% anual. Quiere ello decir que los pensionistas se empobrecen cada año. Una situación que deja a miles de familias al borde la indigencia, especialmente las que tienen unas rentas más bajas y para quienes la pensión del padre o de la madre es el único ingreso regular. El Gobierno del Partido Popular se ha limitado en los últimos años a evitar que las pensiones agravasen el déficit público como exige la Unión Europea y para ello ha gastado la hucha acumulada en los años de bonanza y ha topado los incrementos anuales. Por ello, que ahora el Ejecutivo diga que arreglaría el problema si aprobase los Presupuestos Generales, no tiene demasiada credibilidad.

Con todo, la insoportable situación actual se agrava aún más si analizamos el futuro que nos espera. La baja calidad del empleo creado para salir de la crisis de cualquier manera: la precariedad, la temporalidad, la bajada de los salarios y la reducción global de la población activa dibujan un panorama muy sombrío. Recordemos que el sistema español de pensiones, aún siendo nominalmente de provisión, en realidad funciona con un modelo de reparto: los actuales trabajadores pagan las prestaciones de los actuales pensionistas. De manera que la reducción de ingresos de la Seguridad Social derivada de tener menos empleo y de menor calidad pone en riesgo los derechos adquiridos durante años por los cotizantes. Si el empleo no mejora en cantidad y en calidad, España no podrá pagar las pensiones en el futuro sino es por la vía de los impuestos.

Todas estas razones asistían este sábado a los manifestantes que se merecen una firme y convincente respuesta por parte de los partidos y las instituciones políticas de una mejor calidad que la que dieron en el pleno del Congreso del pasado miércoles. Basta ya de pasarse la patata caliente de unos a otros y de demorar una reforma estructural de la pensiones que permita aumentar las prestaciones actuales y asegurar las del futuro.