No serían más de las ocho y cuarto de la tarde, cuando estaba revolviéndole a Ovidio, los estantes del estanco de la Playa de Moncofa, cuando Brígida se unió a la investigación de lo que yo buscaba tan interesado. Estábamos los tres enfrascados en el asunto, cuando se oyó la puerta que se abría y Brígida dijo: -“Lo siento. Este cliente tiene prioridad absoluta”. Por un instante, y habiendo oído la puerta, no encontraba al Cliente VIP por ningún lado, hasta que enseguida vi a un desparpajo andante con un anorak con capucha azul marino que, de puntillas, le decía como Napoleón arengando a sus ejércitos: -“¡Vale. Te voy a vender una!”. Brígida abonó el precio y Raúl, de puntillas le pidió un boli y, siempre en tono imperativo le dijo: - “¡Dame tu teléfono!” Y con la punta de la lengua fuera, escribió con una excelente caligrafía los números que Brígida le iba diciendo.

Como no puedo evitar la curiosidad, le dije a Raúl si a mí me vendía también. En ese momento del misterioso asunto de la venta y el número de teléfono, descubrí que llevaba papeletas del sorteo de una PlayStation3, para echar una mano al C.F. Platges Moncofa. Raúl muy en su papel de seriedad y resolución que conlleva el ser un hombre de mundo, y tras mirarme de arriba abajo, me dijo que sí, que me vendía y además de mi número de teléfono, me pidió mi nombre (tonterías las justas, debió pensar Raúl).

El Tema con Brígida es que D. Raúl, hacía un rato, no le había querido vender por si le tocaba y se quedaba con el premio. Total que entre unas cosas y otras, se pasó la hora de cerrar y cuando salí del estanco, Ovidio se quedó arreglando el desorden que yo había dejado.

Bon Nadal! H