Hace cinco años, cuando asumí la alcaldía del Ayuntamiento de Benicàssim, lo primero que me encontré fue una deuda municipal de más de 17 millones de euros con los bancos y otra deuda de más de 1,5 millones de euros en pequeñas facturas con proveedores. Pero además, me encontré con una sociedad mixta, supuestamente dedicada a la promoción del turismo, en quiebra, endeudada y de la que se desprendía una gestión, como menos, indigna.

El equipo de gobierno del PP pidió una auditoría y una solución técnica para resolver ese pufo. Y, a pies juntillas, seguimos los trámites propuestos por los técnicos. Una disolución de la sociedad turística de la que, Domingo Ferrando, concejal de Compromís, formó parte de su constitución y mala gestión. El mismo que denunció a mi equipo de gobierno por el acto de disolución, acusándonos de malversación de fondos y prevaricación.

La Audiencia Provincial dictaminó hace cuatro meses que no había habido ninguna ilegalidad y el PP había actuado correctamente. Pero la inquina del exconcejal van tan lejos, que fue capaz de recurrir al Tribunal Supremo el auto, que ahora le vuelve a rechazar sus tesis.

Es por tanto el momento de pedir perdón. De que, quien ha insultado, vejado y calumniado sin descanso durante cinco años, se retracte de sus acusaciones. Es el momento de pagar. H

*Alcaldesa de Benicàssim