La gestión de lo público requiere de altas dosis de responsabilidad y valentía, de constancia, de seriedad y de compromiso. Por diversos motivos hemos visto en los últimos tiempos nuevos actores en la esfera pública que han capitalizado la indignación que la crisis ha generado, condicionando la agenda de lo público y de los privado en nuestro país.

Con todo el respeto a las personas que se han enfadado soberanamente con gobernantes incapaces de estar al servicio de su país, muestro mi bochorno frente a la actitud despótica con la que alguno de estos nuevos partidos se comporta con sus bases y con la sociedad.

Podemos ha demostrado que no era oro todo lo que relucía, que prácticas que criticaban forman parte de su forma de gobernarse y de gobernar; que la transparencia y la participación las emplean solo para vestir discursos y que las voces discordantes, como en los regimenes a los que parecen ser afines, las apartan, desoyen y castigan a la frustración. No todo vale. Cumplamos con nuestro cometido de dar lo mejor de nosotros mismos para mejorar nuestra sociedad, no para alimentar el postureo de un ego que, sin quienes lo alientan, va a quedarse en nada.

Muchos ya han abierto los ojos, el resto de quienes siguen a sus líderes como si de mesías se tratasen, ya los abrirán, si siguen así. Solo es cuestión de tiempo. H

*Alcalde de Peñíscola