Decía Ryszard Kapuscinski, el referente de los buenos periodistas, que los cínicos no servían para su oficio. El de las letras se parece al de los políticos. En realidad, todos se resumen en lo mismo: el ejemplo personal. Se escribe y se hace política, como en el resto de profesiones, como se es. Viendo al exalcalde Vicente Casanova llevándole una camiseta al conseller Marzà para reclamar el colegio Regina Violant he recordado las palabras de Kapuscinski.

Y he recordado también las del propio Casanova, que se convirtieron en un mantra para su grupo cuando el Partido Popular gobernaba el Ayuntamiento y la Generalitat: «Las cosas se arreglan en los despachos, no en las manifestaciones». Y lo cierto es que les echamos de menos durante muchos años en las puertas del colegio en barracones. No bajaron a atender caceroladas y esquivaron decir bien alto que la Conselleria no reservaba durante una década dinero para construir el Regina.

Por entonces no les parecía del todo mal que la Generalitat pasara de los más de 500 niños en barracones. Vieron con buenos ojos que el presidente Camps tirara el edificio consistorial y gastara más de cuatro millones de euros de los valencianos en construir el que ahora presido como alcaldesa. No hubo camisetas para los consellers de Educación. Ni Alejandro Font de Mora ni José Císcar tuvieron la suya. A la última de ellos, María José Catalá, la llevaron a los tribunales por dejar en un aula mixta en el colegio Santa Quitèria a los alumnos que en realidad tenían que estudiar en cursos diferentes. Luego recularon y dejaron a su suerte a los estudiantes. Suerte que la nueva Generalitat devolvió a cada estudiante a su aula. Ahora que sí que hay proyecto y hay dinero, y que el problema radica en que la constructora exige más presupuesto del que le corresponde, son muchas las familias a las que les duele el intento que hace el Partido Popular por sacar rédito de un tema que minimizaron cuando era su turno. A mí me duelen tanto como entonces todos esos alumnos en barracones. Por ello llamo a todas las puertas sin importar que me vean públicamente. Se llama valentía.

*Alcaldesa de Almassora