Los problemas en la costa de Castellón deben haber aparecido para algunos hace algo más de un año, en concreto coincidiendo con la llegada del Partido Popular al Gobierno de España.

Paradójicamente son localidades en las que gobierna el PSOE, donde en las dos anteriores legislaturas, al parecer, todo iba bien.

Mientras la gran mayoría de los municipios costeros de Castellón nos movilizábamos incansablemente para exigir un cambio en la Ley de Costas, que el gobierno de Zapatero ni siquiera se planteó, otros se limitaban a guardar silencio, incluso cuando el derribo afectaba a viviendas de sus vecinos, que se sintieron tristemente abandonados.

Y ahora, cuando un gobierno muestra una clara sensibilidad hacia esta problemática, cuando hemos conseguido dar un primer paso determinante con la aprobación de la nueva ley que tanto reivindicamos, ahora esos mismos cogen una bandera, no se cuál, y pretenden descubrir las Américas.

En este tema, como representante de uno de los municipios más afectados por el problema de la regresión y la amenaza de derribo de viviendas, he sido muy combativo, todos los saben.

Pero no podía ser de otra forma porque en todo este proceso me encontraba siempre con puertas cerradas. El diálogo, hasta ahora, no había existido.

Pero las puertas se han abierto. La negociación está sobre la mesa. Y en ese punto nos encontramos los que hasta el momento predicábamos en el desierto a voz en grito. Estamos analizando al detalle la nueva ley, que nos gusta en algunos aspectos y pretendemos mejorar en otros con propuestas muy razonables.

Hay quien, como siempre, va con el pie cambiado. Cuando había que reivindicar callaban y ahora que podemos negociar, dan la espalda de nuevo a la unidad y se enfrentan a quien está intentando aportarles soluciones.

Siempre lo he dicho y nunca dejaré de hacerlo: en cuestiones como ésta no deben haber ideologías ni tendencias políticas, porque es de sentido común que un problema que nos afecta a todos, debe contar con todos para solucionarlo.

*Alcalde de Nules y diputado provincial