Como sucede con la economía doméstica, la gestión de un Ayuntamiento se entiende de dos maneras: dejándose llevar por la ruina y el despilfarro o esforzándose por la contención y por repartir con prudencia. Esto tiene consecuencias muy claras: ir con el agua al cuello o vivir de acuerdo a tus posibilidades.

En Alcalà-Alcossebre tuvimos la que sufrir una gestión política y económica que sumió al Ayuntamiento en la ruina. En los últimos diez años le hemos dado la vuelta. El Ayuntamiento ha salido del desastre y se ha recuperado, pese a tener que hacer frente a sentencias judiciales y acuerdos para evitar males mayores (más de 500.000 euros entre los casos del vertedero y el puerto seco). En la actualidad, se paga puntualmente a los proveedores, se ha reducido la deuda del 75% al 17% y hemos hecho lo nunca visto en el municipio en materia social, con el 15º Plan de Empleo Local y una larga lista de ayudas y bonificaciones que alivian la economía de los vecinos (95% en el Icio y en la licencia de actividad). Además, nuestros vecinos disfrutan de más servicios de carácter municipal (Unidad de Respiro Familiar, gimnasios, etc.)

Todos esto culmina ahora con la bajada del 8% del IBI, aprobada en el último pleno, que entrará en vigor en el 2018 y supondrá un ahorro de 400.000 euros a nuestros vecinos. Una bajada que no ha sido posible hasta ahora si no queríamos poner en peligro todo lo conseguido. Qué fácil resulta apropiarse de los logros ajenos sin mover un dedo. Qué fácil es proponer y quedarse en las palabras. Lo complicado es marcarse metas y cruzarlas. Lo difícil es sacar a un Ayuntamiento de la ruina, asegurar los servicios, ampliar ayudas sociales y conseguir infraestructuras municipales dignas y, además, bajar los impuestos. Y solo con un propósito: servir a los ciudadanos.

*Alcalde de Alcalà-Alcossebre